La rubeola es una enfermedad virósica que provoca una erupción cutánea e inflamaciones glandulares. Se trata de una enfermedad causada por un virus que se hace presente en el flujo sanguíneo unos cinco días después del contagio, dispersándose por el organismo.
La rubeola, también conocida como rubéola (con tilde en la E), es contagiosa: puede transmitirse entre seres humanos por la tos o un estornudo, por ejemplo. Una persona también se puede contagiar al tocar una superficie contaminada (como una copa o una silla).
Cuando el virus de la rubeola llega a la sangre, ataca a los glóbulos blancos. Es importante tener en cuenta que, si una mujer embarazada contrae rubeola, el virus puede infectar al feto y causarle la muerte por interrumpir la multiplicación celular.
Síntomas de la rubeola
El síntoma característico de la rubeola es la erupción que genera manchas rosáceas en la piel de la persona infectada. El sujeto además suele sufrir molestias por la inflamación de los ganglios, dolor en las articulaciones, cefalea, malestar en la garganta y fiebre.
Así como la rubeola puede ser mortal para el feto, en los niños no suele tener gravedad. En los adultos, en cambio, puede traer complicaciones.
La importancia de la vacunación
Existe una vacuna que brinda inmunidad a las personas contra la rubeola: es la misma vacuna (conocida como triple viral o triple vírica) que protege contra las paperas y el sarampión. Aquel que ya ha contraído rubeola, por otra parte, también adquiere inmunidad (no puede volver a infectarse).
Dicha vacuna, que es un método realmente efectivo y seguro para la prevención contra esta enfermedad, se indica para todas las personas de entre un año y 15 meses de edad, con una segunda aplicación sugerida a los niños de 4 a 6 años, a la cual se refieren los médicos con el nombre de «refuerzo». Cabe señalar que en épocas de epidemias, las campañas de vacunación no toman en cuenta la edad de los individuos.
La rubeola y las embarazadas
Como se menciona en un párrafo anterior, las mujeres en edad reproductiva que desean tener hijos deben cuidarse especialmente, ya que un contagio puede poner en riesgo la vida de de sus descendientes. Habiendo alcanzado la madurez sexual, las mujeres pueden solicitar un examen de sangre para comprobar si son inmunes; si no lo son, entonces deben vacunarse y esperar un mínimo de 28 días antes de quedar embarazadas.
Por otro lado, es muy importante señalar que las mujeres embarazadas no deben recibir la vacuna, así como tampoco ningún individuo que sufra de cáncer, que esté recibiendo algún tratamiento de radiación o cuyo sistema inmune se vea afectado por corticosteroides. A pesar de esta advertencia, los estudios de casos en los que ciertas mujeres se vacunaron en medio de la gestación no registraron problemas en los niños.
Los especialistas recomiendan acudir a un médico ante signos tales como un fuerte dolor de cabeza o de oído, rigidez cervical o trastornos importantes en la visión después de haber sufrido rubeola. Cabe mencionar que la protección que nos brinda la vacuna puede desaparecer en la adultez, aunque esto no ocurre a menudo. La solución ante una situación tal es tan simple como la aplicación de un refuerzo; sin embargo, el verdadero problema reside en que no es normal realizarse estudios para controlar la inmunidad contra esta enfermedad, y por eso es tan importante que lo hagan las mujeres que desean quedar embarazadas.
El tratamiento
El tratamiento de la rubeola consiste en el suministro de paracetamol u otro fármaco similar para reducir la fiebre y minimizar el malestar. Además los médicos suelen sugerir aislamiento (para que el paciente no contagie a otras personas) y reposo.
En el caso de los niños que han nacido con anomalías congénitas a causa de que sus madres hayan padecido la enfermedad durante el embarazo, los tratamientos deberán determinarse según las características particulares de cada uno.