Sobriedad, del latín sobriĕtas, es la cualidad de sobrio. Este adjetivo refiere a una persona que no está bajo los efectos del alcohol o a aquel o aquello que no tiene adornos superfluos y que, por lo tanto, resulta moderado y templado.
Por ejemplo: «El cantante se internará con el objetivo de recuperar la sobriedad, después de varios meses de excesos», «En un desfile de moda, lo importante es la sobriedad ya que, de lo contrario, todo se convierte en un circo», «Me gusta el estilo de Jackie: tiene sobriedad y elegancia».
Sobriedad y alcohol
La sobriedad, por lo tanto, puede ser el estado de la persona que no se está borracha. El alcoholismo es una adicción que implica la necesidad de consumir alcohol ya que, por el excesivo consumo previo, se crea una dependencia física.
Con el paso del tiempo, el alcohólico comienza a elevar su tolerancia al alcohol y debe ingerir dosis cada vez mayores para alcanzar el efecto buscado. Los periodos de sobriedad, por lo tanto, se hacen más escasos.
La recuperación de esta enfermedad suele incluir internaciones y la participación en grupos de autoayuda, con expertos que actúan como guías para que el paciente logre mantener la sobriedad.
Ausencia de lo superfluo
Sobriedad, en otro sentido, es algo que carece de lo superfluo o accesorio. Un pantalón negro puede ser considerado como sobrio, mientras que un pantalón amarillo con rayas verdes y rosas, parches azules y flecos en las rodillas nunca se caracterizará por su sobriedad.
Dentro del mundo de la moda, es muy frecuente que se haga uso del término sobriedad. Es más, aunque muchos diseñadores optan por creaciones más estridentes, por regla general se considera que los vestidos sobrios son mucho más elegantes y permiten que cualquier mujer se muestre sofisticada, atractiva y adecuada para las citas más especiales.
La sobriedad como virtud
Dentro del ámbito religioso, tendríamos que decir que la sobriedad se considera como una de las virtudes más importantes del ser humano. Y es que se establece que aquella es la que permite que cualquier persona pueda vivir teniendo muy claro qué es necesario y qué es superfluo. Es más, se dice que gracias a esa cualidad y valor, un individuo que la posee no sólo no perderá tiempo en cosas superfluas sino que además utilizará el dinero de forma absolutamente correcta y sin despilfarrarlo en cosas que no son realmente importantes.
Además de todo ello, se establece que entre los principales enemigos que posee la citada sobriedad se encuentran el egoísmo, la búsqueda del placer propio o incluso la sociedad de consumo en la que se vive actualmente. Y es que en esta última, se tiende a querer acumular más bienes que nadie, a tener los últimos productos en materia de tecnología, a llevar las últimas prendas o incluso a darse todo tipo de caprichos.
Por eso, se considera que para poder tener sobriedad ante todo ese conjunto de «tendencias» de la sociedad del siglo XXI, hay que apostar por tener autocontrol y dominio de las emociones.
La sobriedad, por último, también se asocia al carácter templado y a la tranquilidad con que una persona se comporta, sin estridencias ni escándalos.