La tomografía es una técnica que permite registrar imágenes de distintos planos o secciones del cuerpo. Esta técnica implica el uso de un aparato denominado tomógrafo, que posibilita la obtención de los tomogramas (las imágenes en cuestión).
La palabra tomografía es fruto de la suma de tres componentes que derivan del griego y del latín:
- El sustantivo tomos, que puede traducirse como «corte».
- El verbo graphein, que es sinónimo de «grabar».
- El sufijo -ia, que es equivalente a «cualidad».
Tipos de tomografía
Existen diferentes procedimientos vinculados a la tomografía. De este modo, podemos diferenciar entre tomografías de ultrasonido, tomografías de resonancia magnética y tomografías de rayos X, entre otras.
La biología, la medicina, la geofísica y la arqueología son algunas de las ciencias que apelan a las tomografías para desarrollar sus conocimientos. Los médicos, por citar una posibilidad, pueden ordenar la realización de una tomografía computarizada a un paciente para analizar ciertas partes de su cuerpo.
En este caso, la técnica implica el uso de rayos X para lograr una serie de imágenes. Distintos sensores se encargan enviar las señales y luego el tomograma se forma a través de la reconstrucción tomográfica, que implica el uso de ciertos algoritmos para lograr la imagen final.
Su uso en la medicina
Las tomografías son útiles para diagnosticar, estudiar y tratar el cáncer, por ejemplo. También permiten hacer un estudio de los vasos sanguíneos, realizar el diagnóstico de una infección o servir como guía para un cirujano.
Si una persona se tropieza y, al caer, se golpea la cabeza, es probable que el médico le indique la realización de una tomografía computarizada del cráneo. Gracias a estas imágenes, podrá observar si se produjo algún daño cerebral, sangrado o lesión por el impacto. Con estos datos, el profesional estará en condiciones de sugerir un tratamiento.
Otras tomografías computarizadas
No obstante, son otras muchas las modalidades de tomografías computarizadas que existen, entre las que se hallan las siguientes:
- La del abdomen y pelvis. Esta suele durar una media hora aproximadamente y se requerirá que el paciente cuente previamente con el contraste. Se trata de una especie de colorante que se le suele administrar a través de las venas o bien vía oral, con el que se puede realizar un diagnóstico más certero de los resultados de la prueba en sí. Se puede tomar la decisión de acometerla para detectar desde apendicitis hasta cáncer pasando por hernias o cálculos renales.
- La del tórax. En este caso el contraste, además de mediante las dos formas mencionadas, también se puede introducir en el cuerpo del paciente a través de la vía anal a través de un enema. Esta tomografía permite encontrar lesiones, infecciones, masas tumorales, sangrados o inflamaciones en determinadas zonas del tórax.
- La de la columna lumbosacra, que es la que intenta conocer el estado real en el que se encuentra la zona baja de la columna y los tejidos que la rodean.