A posteriori es una expresión latina que se puede traducir como “de lo posterior”. Se trata de una locución adverbial que alude a lo que se conoce tras analizar o revisar un asunto o que hace referencia a una demostración que se lleva a cabo pasando del efecto hacia la causa.
Lo habitual es que la idea de a posteriori aparezca vinculada a su opuesto: a priori. Un conocimiento a posteriori está relacionado con la experiencia ya que se genera o se obtiene después de acceder a algo. El conocimiento a priori, en cambio, mantiene una cierta independencia de la experiencia debido a que se asocia a lo universal.
Juicios y saberes a posteriori
Todo juicio realizado a posteriori es empírico y puede verificarse mediante una experiencia. Por ejemplo: “Hay personas que son pelirrojas”. Este es un saber a posteriori, que surge tras observar a un individuo que tiene el cabello de color rojizo. Lo mismo puede decirse de expresiones como “No todos los automóviles son verdes” y “Existen perros que tienen el pelo largo”.
A diferencia del conocimiento a posteriori, el saber a priori no necesita una investigación para demostrar su veracidad. “Todos los padres tienen o tuvieron al menos un hijo” es un conocimiento a priori: el hecho de ser padre implica que, en algún momento, la persona haya tenido un hijo, ya sea biológico o adoptivo.
Uso de locuciones latinas
El uso de locuciones latinas genera respuestas diversas en la gente, ya que por un lado se encuentran quienes disfrutan mucho de incluir términos de origen extranjero en su discurso, y del extremo opuesto están aquéllos que prefieren una comunicación más limpia, basada enteramente en la propia lengua.
Dado que en el fondo se trata de una cuestión de gustos y de opinión, no resulta conveniente alimentar aún más el fuego que divide a estos dos grupos diciendo que uno de ellos está equivocado. Sin embargo, cuando el afán de combinar términos y expresiones de diferentes idiomas conduce a un uso incorrecto o poco preciso de las palabras, se vuelve difícil alentar esta costumbre, ya que atenta contra la comunicación.
En otras palabras, es adecuado preguntarnos cuál es la razón de usar a posteriori y a priori, si podemos optar por sus equivalentes en castellano. ¿Cuál es el beneficio que nos ofrece esta fusión lingüística, peligrosa si las hay, basada en la inclusión forzosa de expresiones extranjeras que suele acarrear errores de pronunciación y de ortografía, así como deformaciones propias de la falta de conocimientos?
Es sabido que mucha gente dice a grosso modo, modus operandis, modus vivendis, de ipso facto y de motu propio, en lugar de grosso modo, modus operandi, modus vivendi, ipso facto y motu proprio, respectivamente. En esta lista podemos apreciar diversos errores, como ser la deformación de ciertos términos por semejanza a otros de nuestra lengua (cuando cambiamos proprio por propio), la inclusión incorrecta de preposiciones (como a y de) y la colocación de una S de más al final del segundo término (como en operandis y vivendis).
Esto nos demuestra que aventurarse a incluir términos extranjeros en el habla no es fácil, ya que requiere conocimientos muy específicos para hacerlo con precisión. Por lo tanto, se recomienda recurrir a las expresiones castellanas para evitar cualquier error innecesario. Veamos dos ejemplos en los que se prescinde de a posteriori: «No se apresuren a sacar conclusiones; es preferible hacerlo al final«, «Más tarde, Arturo descubrió finalmente toda la verdad».
Disco «A posteriori»
“A posteriori”, por último, es el título de un álbum que Enigma lanzó en 2006.
El disco, que consiguió una nominación para los Premios Grammy, incluye doce canciones cuyo compositor fue el rumano-alemán Michael Cretu.