La afinidad es la cercanía, la similitud o la aproximación que existe entre dos cosas. El término llegó a nuestra lengua procedente del vocablo latino affinĭtas.
Por ejemplo: “Hay una afinidad entre el blues y el country que es notoria”, “La afinidad ideológica de los tres candidatos más importantes resulta evidente”, “No encuentro una afinidad entre los principios de estos grupos religiosos”.
Afinidad en una relación
La idea de afinidad también se utiliza para nombrar a la atracción que se registra entre dos individuos a partir de intereses en común: “Me parece que hay afinidad entre Pablo y Hernán», “Salimos varias veces, pero no tenemos afinidad”, “Apenas nos conocimos, nos dimos cuenta de la afinidad que había entre nosotros”.
En una relación entre dos o más personas la afinidad es indispensable para que crezca, a menos que se trate de un vínculo meramente comercial, o bien circunstancial, como puede ser el que tiene lugar entre vecinos de una comunidad o el de los empleados de una misma oficina, por ejemplo. Podemos decir que la afinidad es uno de los componentes esenciales para que los integrantes de una relación se comprometan a involucrarse cada día más.
Las diferencias
Si no existen intereses o gustos en común entre dos personas, es más difícil que alguna de las dos desee adaptarse y aprender a apreciar los de su compañera, aunque esto no significa que sea imposible. De todos modos, la afinidad es mucho más que la simpatía por un mismo grupo de música, especialmente cuando el contexto en el que se analiza es la vida en pareja.
Uno de los puntos que a veces pasa desapercibido en las sociedades modernas es el conjunto formado por las ideologías y los principios que nos mueven, esa serie de ideas inquebrantables en las que nos apoyamos y que hablan de quiénes somos y de quiénes aspiramos a ser, mucho más que nuestra banda de música favorita.
Tomemos el caso de una pareja en la que las dos personas disfrutan de los mismos pasatiempos, admiran a los mismos artistas del cine y el mundo de la música, practican el mismo deporte e incluso estudian la misma carrera. A simple vista podríamos decir que son la viva representación de la coincidencia, y esto nos llevaría a pensar que su afinidad es insuperable.
Sin embargo, si uno de los dos fuera animalista y el otro, taurino, no habría relación posible, ya que uno apoyaría la igualdad entre todos los seres vivos mientras que el otro consideraría que los animales son objetos puestos a nuestra disposición para hacer con ellos lo que nos plazca. No es posible compartir la vida con alguien que difiera en algo tan básico como su concepción de los derechos, y por eso no alcanza con analizar los gustos de dos personas para determinar su grado de afinidad.
La afinidad en la sociología, el derecho y la química
Para la sociología, la afinidad surge por ideas y principios que se comparten y que contribuyen a la cohesión en una comunidad. A partir de esta cercanía, se forman grupos de afinidad, compuestos por individuos que actúan en conjunto de acuerdo a sus intereses comunes.
En el ámbito del derecho, la afinidad es una clase de parentesco que surge a partir del establecimiento de un vínculo legal mediante el matrimonio. Se trata de un parentesco de tipo político: no hay consanguineidad entre los parientes. Los cuatro suegros de una pareja heterosexual, por citar un caso, es decir, el padre y la madre de la mujer y el padre y la madre del hombre que contraen matrimonio, establecen un vínculo por afinidad (se convierten en consuegros).
Si nos centramos en la química, la afinidad es la tendencia que evidencian las moléculas y los átomos a establecer combinaciones entre sí.