Agradable es aquel o aquello que genera agrado (satisfacción, gusto, gozo). Este adjetivo puede utilizarse para calificar objetos, situaciones o incluso personas. Por ejemplo: “Gracias a todos por la bienvenida, para mí es muy agradable estar aquí”, “¿Has probado la tarta de soja? Tiene un sabor agradable”, “Anoche conocí al vecino que vive en el piso de arriba, me pareció un muchacho agradable y simpático”.
Lo contrario a agradable es lo desagradable: “Esa comida tiene un olor muy fuerte y desagradable”, “No seas desagradable y agradece a quienes te han dado una mano”.
Lo agradable y la meteorología
Muchas veces la idea de agradable se utiliza respecto a las condiciones meteorológicas. Si en una ciudad se registra una temperatura de 23 grados, no hay nubes en el cielo y se siente una suave brisa, puede decirse que el día está agradable.
Esta calificación obedece a que la mayoría de las personas, ante las mencionadas condiciones, se sienten a gusto. Por eso cuando, en pleno invierno, alguien ingresa a un ambiente calefaccionado, puede señalar: “¡Qué agradable que está aquí adentro!”.
La importancia de la subjetividad
En ocasiones, se califica a las sorpresas como agradables. Una persona que, al levantarse, encuentra que su novio le ha preparado el desayuno y le ha dejado un ramo de flores sobre la mesa, puede describir la escena como una “agradable sorpresa”.
Claro que la misma situación puede resultar desagradable, o bien poco relevante, ya que todo depende de las necesidades de cada individuo, de sus gustos, de sus metas en la vida. El grado de subjetividad de este término es similar al de gracioso, simpático, atractivo y carismático, entre muchos otros: aunque para unos puede resultar innegable el carisma de su artista favorito, por ejemplo, siempre habrá millones de personas con opiniones disímiles y opuestas.
En el ejemplo del desayuno y las flores, estamos ante dos personas que consideran dichos gestos una parte necesaria de la relación, o al menos una forma de alimentar la unión; sin embargo, existen muchas parejas que no prestan atención a estas cosas, y que incluso las desprecian. No importa cuán agradable nos resulte una acción, el mundo tiene puntos de vista diferentes para todo, incluso para la violencia.
Una persona agradable
Respecto a las personas, el calificativo de agradable suele vincularse a la amabilidad y la cortesía en el trato. Aquel que siempre exhibe una sonrisa y se dirige hacia los demás con respeto y cordialidad, seguramente será definido como alguien agradable.
Un individuo con dichas características puede resultar el compañero de trabajo, el vecino o el casero ideal, por ejemplo, ya que con su amabilidad vuelve más fácil el trato, especialmente en situaciones difíciles o incómodas. Como se menciona más arriba, agradable es un término subjetivo, por lo cual nadie tiene asegurado este calificativo; sin embargo, existen perfiles con un mayor grado de aceptación que de rechazo a lo largo de diversos entornos.
Uso sarcástico del término
Resulta interesante señalar que si bien este adjetivo puede indicar una sensación de agrado genuino por la forma de ser de quien lo recibe, en ciertos casos es posible dotarlo de un ligero doble sentido o incluso usarlo para esconder el desagrado.
Para graficar el primer caso, imaginemos que una persona acompaña a un amigo a su lugar de trabajo y que advierte con sorpresa el modo abusivo en el cual sus superiores se dirigen a él; ante esto, puede comentar «veo que tienes un ambiente de trabajo muy agradable» con un tono sarcástico, para indicar justamente lo contrario.
Con respecto a aquellas situaciones en las cuales deseamos esconder nuestro desagrado ante algo o alguien, podemos pensar en una conversación acerca de la actuación de un artista que es amigo de uno de los interlocutores: los demás pueden decir que «ha sido agradable» para evitar herir sus sentimientos innecesariamente.