El concepto de ánima procede del latín anĭma, a su vez derivado del griego ánemos (que puede traducirse como “soplo”). El uso más habitual del término se da como sinónimo de alma.
Se suele considerar que el ánima o alma es el principio de la vida. Aunque la definición de ánima varía según la cultura y la religión, a nivel general puede decirse que se trata de una entidad abstracta o espiritual que es parte inherente de una persona.
El ánima en los seres vivos
En la Antigüedad, se consideraba que el ánima era aquello que dotaba de movimiento y de vida a los seres. Las personas, los animales, las plantas y los astros, en este sentido, tenían ánima.
Con el tiempo, surgieron múltiples formas de entender la noción de ánima. Muchas veces se manifiesta que el ánima es la esencia de un ser humano, aquello que distingue internamente a cada individuo y que permite diferenciar a nuestra especie del resto más allá de la biología.
Es habitual que se sostenga que el ser humano tiene emociones, sentimientos y conciencia gracias al ánima. Alguien sin ánima, en este marco, sería un ser carente de dichas virtudes o cualidades.
Más allá de la vida
Hay religiones que expresan que el alma es inmortal. Dicho de otro modo: cuando un individuo muere, su cuerpo deja de funcionar, pero su ánima subsiste.
El ánima, pues, haría posible la vida eterna. No se trataría de una existencia terrenal o corpórea, sino que de una persistencia no material en otro plano.
El ánima bajo la mirada de la ciencia
Muchas veces, desde la ciencia, se ha estudiado la existencia del ánima o alma. Suele creerse que el ánima está vinculada a misterios que tienen que ver con el estado de conciencia, la imaginación y la memoria, entre otras cuestiones.
Una teoría ubica al ánima en las células del cerebro. En concreto, la sitúa en microtúbulos que contienen información cuántica indestructible. Dicha información, al morir la persona, se disipa, aunque no desaparece.
Alma en pena
La figura del alma o ánima en pena es frecuente en distintos ámbitos. Aparece en la literatura, en leyendas populares y en la religión, por mencionar algunos casos.
Se llama ánima en pena a aquella que, tras el fallecimiento de un individuo, vaga sin rumbo al no hallar el camino al Cielo. Según esta creencia, el alma en cuestión permanece en el mundo terrenal y no tiene conciencia acerca de la muerte.
La Llorona es un ejemplo de ánima en pena. Esta leyenda sostiene que una mujer mató a sus hijos ahogándolos y luego se arrepintió, con lo cual su alma nunca deja de recorrer ciudades y pueblos buscándolos mientras se lamenta.
Ánima en las armas de fuego
En un arma de fuego, el ánima es el espacio interno de su cañón. Dicho hueco puede presentar estrías o carecer de surcos.
Las primeras armas de fuego presentaban ánima lisa (sin estrías). Por eso los proyectiles, al ser disparados, no realizaban grandes giros y trazaban trayectorias inestables.
Las armas con ánima rayada, en cambio, dotan de un movimiento de rotación a los proyectiles a lo largo del cañón. Dicha particularidad consigue mejorar la estabilidad aerodinámica y permite ganar precisión.