El aprendizaje continuo es el proceso que se lleva a cabo de manera constante para adquirir y actualizar conocimientos y destrezas. El concepto, que se asocia a la educación permanente, resulta clave para el desarrollo profesional en la actualidad.
Si bien hay compañías que fomentan este tipo de capacitación en el trabajo, cualquier persona puede apostar por el aprendizaje autodirigido y continuo y tomar cursos en línea, asistir a talleres y seminarios o capacitarse a través de tutoriales en video y podcasts educativos, por ejemplo.
Qué es el aprendizaje continuo
El aprendizaje continuo puede ser considerado como una actitud, una tendencia o un hábito. Consiste en la realización periódica o cotidiana de acciones para el desarrollo de habilidades blandas (como el trabajo en equipo, la gestión del tiempo y el pensamiento creativo) y la obtención de conocimientos técnicos y formales.
La finalidad del aprendizaje continuo es fortalecer las competencias profesionales y laborales. A través de la gestión del conocimiento, es posible incrementar y optimizar los recursos personales para hacer frente con éxito a los desafíos en el trabajo.
Se suele destacar que el aprendizaje continuo requiere de autoconciencia para tener en claro cuáles son las debilidades y las fortalezas individuales. A partir de dicho panorama, se puede determinar qué es lo que se necesita aprender o mejorar.
Por eso se vincula el aprendizaje continuo con la inteligencia emocional. La autoevaluación es tan necesaria como la determinación para aprender y la constancia para mantener las actividades formativas en el tiempo.
Distintas herramientas
El aprendizaje continuo puede llevarse a cabo recurriendo a diferentes herramientas. Algunas son presenciales (requieren la presencia física de la persona en lugares específicos), mientras que otras se desarrollan de manera virtual. Ambas modalidades, asimismo, pueden combinarse en algunos casos.
La mentoría y el coaching, por ejemplo, suelen basarse en encuentros cara a cara pero también pueden darse a distancia. Aprender a través de libros de texto y manuales o de artículos académicos y de investigación, en tanto, puede ser una actividad que se realiza con elementos impresos (en papel) o digitales.
En cuanto al e-learning (aprendizaje electrónico), contempla alternativas como los webinars, los MOOCs (cursos online masivos y abiertos) y las plataformas de aprendizaje en línea (Coursera, Udemy, etc.). En este caso, la principal ventaja es que el estudiante puede aprender desde cualquier sitio, sin necesidad de desplazarse. Además es habitual que pueda gestionar los horarios con libertad, sin olvidar tampoco que muchas de estas opciones formativas son de acceso gratuito.
Importancia del aprendizaje continuo
El aprendizaje continuo es clave para cumplir con las exigencias del mercado laboral. Hoy se demandan trabajadores cada vez más calificados y que tengan conocimientos de las últimas tecnologías y tendencias.
Debe tenerse en cuenta que las habilidades técnicas muchas veces necesitan actualizarse. El progreso científico y tecnológico introduce cambios en las prácticas, con lo cual el aprendizaje continuo siempre es importante.
En ocasiones, el aprendizaje va de la mano de la experiencia laboral. Por eso, sobre todo para los jóvenes, las prácticas y pasantías pueden ser muy útiles.
Es recomendable dedicar tiempo a la planificación y organización de la formación. Así como las llamadas habilidades duras (como el aprendizaje de programación y desarrollo de software o de idiomas extranjeros) son concretas y pueden medirse, las habilidades blandas (la comunicación efectiva, la resolución de problemas y el pensamiento crítico, entre muchas otras) son más abstractas y pueden desarrollarse con otro tipo de capacitación.
Aunque no es el objetivo principal, resulta valioso cuando el aprendizaje continuo permite acceder a certificaciones profesionales, diplomas o títulos. Esos reconocimientos ayudan a enriquecer el curriculum vitae y constituyen referencias útiles para los potenciales empleadores.
Algunos ejemplos
Tomemos el caso de dos periodistas con más de treinta años de experiencia. Cuando iniciaron sus carreras, no existía Internet y desarrollaban los artículos con máquinas de escribir. Mientras que uno de ellos nunca volvió a estudiar, el otro apostó por el aprendizaje continuo, se concentró en la alfabetización digital y así a su formación inicial le fue incorporando el manejo de redes sociales, la búsqueda y evaluación de información en Internet y otros conocimientos. Con seguridad, puede decirse que el periodista que actualizó sus habilidades está mucho mejor preparado que su colega para seguir vigente en los medios de comunicación del siglo XXI.
Pensemos ahora en un diseñador gráfico. En su actividad, suelen presentarse nuevos programas informáticos con frecuencia que cambian el modo de hacer las cosas. Recurrir al aprendizaje continuo es imprescindible para estar al tanto de las novedades: aquellos diseñadores gráficos que no se actualizan y desconocen los software más modernos terminan siendo menos eficientes y productivos que quienes dominan las herramientas más modernas y potentes.
Hay que señalar, de todas formas, que el aprendizaje continuo no es tan relevante o necesario en algunos sectores. Un barrendero, por mencionar un oficio, no tiene un margen tan amplio para actualizar sus destrezas o para adquirir saberes que le permitan mejorar sus prestaciones.