Carpe diem es una expresión de raíces latinas que fue concebida por el poeta romano Horacio. Su traducción literal otorga relevancia a la frase “cosecha el día”, cuyo contenido intenta alentar el aprovechamiento del tiempo para no malgastar ningún segundo.
La frase completa popularizada por Horacio, aseguran los historiadores, fue “carpe diem quam minimum credula postero”, que en español puede entenderse como el siguiente consejo: “aprovecha cada día, no te fíes del mañana”.
Carpe diem como tópico literario
Carpe diem es también lo que se define como un tópico de perfil literario; es decir, una temática que, de forma recurrente, aparece a lo largo de la historia en las obras enmarcadas dentro de la literatura universal. Esta expresión puede abordarse desde dos perspectivas: por un lado, es una exhortación para que nadie deje pasar el tiempo; por el otro, puede referirse a disfrutar en tiempo presente cada placer de la vida, sin pensar en el futuro, un periodo imposible de conocer.
Una acepción esta última que, en nuestros días, se ha tomado por muchas personas casi como el leit-motiv de sus vidas. Y es que consideran que hay que vivir cada día como si fuera el último, sin pensar en lo que traerá un mañana que es totalmente incierto, pues una enfermedad, un accidente o un hecho de corte similar puede cambiar nuestro destino de manera irremediable y rápidamente.
La falta de responsabilidad
En este sentido, una frase que podría reflejar lo que queremos expresar es la siguiente: “Manuel después de recuperarse del accidente de tráfico ha adoptado la máxima carpe diem como motor de su vida. Por eso, ahora disfruta de cada momento que vive, de su familia y de sus amigos y de los pequeños placeres de la vida, sin hacer ningún tipo de planes a largo plazo”.
No obstante, no todo el mundo está a favor de esta expresión latina y del consejo que nos otorga. Y es que consideran que es una auténtica irresponsabilidad el dedicarse sólo a vivir el presente sin pensar en el futuro y sin establecer un seguro para que la vida dentro de unos años sea tranquila y no tenga complicaciones que han podido controlarse.
Por supuesto, la consigna de vivir el momento no debe asociarse al placer inmediato o al hedonismo. Dicha intención de satisfacción instantánea es riesgosa, sobre todo si no se tienen en cuenta las consecuencias de los actos.
Sin embargo, cuando la noción de carpe diem se vincula a aprovechar el día, a la alegría de vivir o al goce de la vida resulta motivadora. En este contexto, adquiere importancia la idea de mindfulness o atención plena, que invita a centrarse en cada una de las experiencias vitales en el mismo momento en que se desarrollan.
En resumen, hay falta de responsabilidad si la expresión carpe diem apunta a una felicidad efímera o a comportarse con impulsividad. Por el contrario, cuando se la entiende como una invitación a actuar con pasión y entusiasmo, manteniendo la vitalidad y haciendo uso de la libertad personal sin libertinaje, es inspiradora.
Dicho de otra manera, la despreocupación es positiva hasta un cierto punto: hay cuestiones que exigen ocuparse de forma anticipada o en el momento para evitar problemas futuros. Por poner un ejemplo simple: si la premisa carpe diem lleva a alguien a renunciar a su trabajo para «disfrutar el instante presente» sin obligaciones, esa decisión no supone un mejor aprovechamiento del día sino que lo más probable es que derive en problemas económicos de difícil resolución y, por extensión, en una peor calidad de vida.
Carpe diem en libros y en el cine
El concepto carpe diem fue muy utilizado durante la Era Barroca y en el Romanticismo, aunque también estuvo muy presente durante el Renacimiento, tres movimientos durante los cuales se lo tomó como base filosófica para la creación de múltiples obras.
Por otra parte, cabe destacar que la frase carpe diem obtuvo mucha popularidad a partir de la película «Dead Poets Society» («La Sociedad de los Poetas Muertos»), un filme que tuvo como protagonista a Robin Williams y a Ethan Hawke, entre otros. El material, que fue distinguido con un Premio Oscar en 1990, muestra como un profesor de poesía (interpretado por Williams) intenta motivar a sus alumnos con este concepto latino, buscando un cambio en sus mentes y promoviendo una actitud activa por parte de ellos.
El profesor les resalta que carpe diem no es una simple combinación de palabras, pero que para comprenderla por completo y aprovechar su sentido es necesario utilizar la razón y saber cómo enfrentar de forma anticipada las consecuencias que su cumplimiento supone.
Un consejo y una enseñanza que el citado docente brinda al conjunto de sus alumnos, quienes deciden aplicarlos. Así, habrá quien se atreva a escribir un texto criticando el hecho de que en el colegio se mantengan absurdas tradiciones machistas y también se establecerá la iniciativa que toma otro joven que decide luchar con todas sus fuerzas por hacer lo que le gusta: interpretar sobre un escenario.