Se llama casamiento al acto y la consecuencia de casarse (contraer matrimonio). El término puede aludir a la ceremonia que también se conoce como boda o al contrato que establecen los integrantes de la pareja.
Por ejemplo: “El casamiento del cantante y la actriz tendrá lugar la semana próxima”, “Anoche Nicolás me pidió casamiento: lo hizo en medio de una cena romántica que tuvimos junto al río”, “El casamiento debe ser para toda la vida: por eso hay que pensar bien antes de tomar la decisión de casarse”.
En qué consiste un casamiento
El casamiento marca el inicio de un matrimonio: la unión de dos personas a través de determinados rituales o de procedimientos legales. Por eso es posible diferenciar entre el matrimonio religioso y el matrimonio civil.
Por lo general el casamiento implica que las personas que se casan declaren, ante una autoridad, su intención de contraer un vínculo matrimonial. En un casamiento católico, por citar una opción, el consentimiento se da ante un sacerdote. El rito incluye además el intercambio de anillos (alianzas).
La autoridad que puede concretar un casamiento civil, en cambio, es un juez. En este caso, la pareja debe firmar un documento registrando la voluntad de casarse. También tiene que presentar testigos del procedimiento en cuestión.
Disolución del vínculo
En cuanto al casamiento civil, el matrimonio puede disolverse mediante un trámite llamado divorcio. Este proceso establece la separación de los integrantes de la pareja, quienes dejan de tener las obligaciones que acarrea la vida conyugal.
El matrimonio católico, por el contrario, no puede romperse, por lo cual las parejas solo pueden separarse de hecho.
El casamiento en la actualidad
El casamiento es un componente muy común de la vida en sociedad, aunque existe un grupo de gente cada vez más numeroso que se opone a este tipo de enlace, ya sea de forma activa o bien simplemente dejando en claro que no le parece necesario para compartir su vida con otra persona.
Los matices en este tema son muchos y muy variados, ya que también están quienes se niegan a convivir con su «otra mitad», además de aquellos que ni siquiera desean estar en pareja o llevar una vida sexualmente activa.
Los seres vivos deberíamos vivir en absoluta libertad, dentro del marco que nos impone la propia naturaleza: ninguna especie debería impedir que las demás se desarrollen de forma libre y natural; el ser humano, sobra decirlo, no cumple con este grado de compasión, ya que se ha vuelto experto en utilizar a los demás. El casamiento es uno de los rituales que dividen a la sociedad en varios grupos, y muchas veces da lugar a enfrentamientos que superan los límites del absurdo.
Un enlace que no es para todos
Sin entrar en el divorcio, una de las más frecuentes «consecuencias» del casamiento, las opiniones acerca de quiénes pueden contraer matrimonio son a menudo motivo de discusiones que pueden llegar a la violencia, tanto física como verbal. Entre las más vigentes se encuentran los enlaces entre personas homosexuales, ya que para algunos individuos no deberían estar permitidos.
En pocas palabras, el casamiento es un tipo de enlace que todos deberíamos tener derecho a contraer con la persona a la que amamos, pero también uno que deberíamos poder evitar si no nos interesa. Es muy probable que si no fuera por la propaganda que Hollywood lleva haciéndole desde hace décadas, a través de sus irresistibles y cursis películas de amor, millones de personas no soñarían con grandes bodas.
Con respecto a la fidelidad, se espera que sea una parte fundamental del matrimonio, que desde el momento del casamiento cada parte mantenga estrictos límites en lo que al contacto físico con las demás personas se refiere; en la realidad, sin embargo, el engaño parece ser moneda corriente, y por eso los divorcios son tan frecuentes en la vida moderna.