El vocablo latino schedŭla es el diminutivo de scheda, que puede traducirse como “hoja de papel”. La noción llegó a nuestro idioma como cédula: un papel que cuenta con cierta información escrita.
El uso más habitual del concepto hace referencia a un documento de carácter oficial que se utiliza para notificar o acreditar algo. Una de las cédulas más conocidas es la cédula de identidad, que puede adquirir distintas denominaciones según el país (cédula de ciudadanía, documento de identidad y otras).
La cédula de identidad es emitida por el Estado. Cada ciudadano tiene su propia cédula de identidad, que incluye datos personales que permiten su identificación: nombre completo, fecha y lugar de nacimiento, etc. La cédula de identidad es empleada por las personas para la realización de diversos trámites; las autoridades estatales, por su parte, pueden ejercer tareas de control a través de estos documentos.
En Argentina, la Dirección Nacional de los Registros Nacionales de la Propiedad del Automotor y de Créditos Prendarios (DNRPA) es un organismo oficial que emite la Cédula de Identificación de Vehículos, también llamada Cédula Verde. Esta credencial se entrega al propietario de un automóvil, camioneta, camión, motocicleta o maquinaria especial con sus datos personales y la información del vehículo.
La DNRPA además emite la Cédula de Identificación para Autorizado a Conducir, conocida como Cédula Azul. En este caso, el documento constituye una autorización que el dueño de un vehículo otorga a otra persona para que conduzca su automóvil o moto.
Las cédulas hipotecarias, por otra parte, son títulos que emite una entidad financiera, utilizando como garantía los créditos hipotecarios que concedió. Estas cédulas abonan un interés fijo.
La cédula hipotecaria ofrece al cliente una rentabilidad a cambio del monto que haya invertido en esta clase de valores. La entidad financiera que la emite se apoya en su cartera de préstamos hipotecarios para brindar la garantía que la caracteriza; en otras palabras, todos los préstamos que tiene la institución sirven para garantizar las cédulas que emite.
Esto se encuentra directamente ligado a una de las limitaciones de este título: solamente pueden emitirlo las entidades de crédito oficial, sociedades de crédito hipotecario y cajas de ahorro. Con respecto a su plazo, es posible decir que se encuentra entre uno y tres años, según diferentes factores.
De acuerdo con el tipo de garantía, surge una clasificación en la que encontramos dos clases de cédula hipotecaria:
* cédula hipotecaria con garantía especial: su emisión tiene lugar con la garantía de uno o más préstamos hipotecarios en particular, los cuales deben estar bien definidos;
* cédula hipotecaria con garantía global: en este caso, es el conjunto de todos los préstamos de la entidad lo que brinda a los clientes la garantía al momento de la emisión del título. Cabe mencionar que existe una excepción, y se da con los préstamos que actúen como respaldo de cédulas hipotecarias del tipo anterior.
Es correcto decir que la cédula hipotecaria es un instrumento muy adecuado para la financiación de actividades ligadas a la construcción, por ejemplo; sin embargo, para que pueda ser implementada con eficacia es necesario que se cumplan ciertos requisitos, como ser los siguientes:
* un entorno macroeconómico adecuado, sin cambio bruscos ni inestabilidad cambiaria o monetaria, picos de desempleo, etcétera;
* un sistema rígido y eficiente de registro, información y catastro, además de un proceso transparente de tasación y agilidad en la ejecución de hipotecas ante fallos por parte del deudor;
* mecanismos adecuados para dar liquidez, es decir una venta a bajo costo en el menor tiempo posible;
* el deudor debe tener confianza en el esquema, así como las entidades previsionales y las emisoras deben estar familiarizadas con las operaciones bursátiles.