Se denomina certamen a un concurso que se organiza con el objetivo de premiar una obra o una actividad. El término deriva del vocablo latino certāmen.
Por ejemplo: “El ganador del certamen literario será anunciado mañana por la tarde en un acto que se desarrollará en el centro cultural municipal”, “Cuando era chica gané un certamen interescolar de gimnasia artística”, “El certamen de baile otorgará diez mil pesos como premio”.
Los certámenes suelen consistir en una demostración de habilidades o capacidades por parte de los concursantes. Dichas habilidades pueden plasmarse, en algunos casos, en diferentes soportes materiales o digitales: un documento de texto con un poema, una grabación de sonido con una canción, etc. Las personas que eligen al ganador del certamen forman el jurado del concurso en cuestión. Por lo general se trata de individuos con autoridad en la materia.
Tomemos el caso de un certamen de novela. Los participantes deben enviar sus obras a los organizadores, quienes a su vez ponen el material a disposición del jurado. Los miembros del jurado, en este marco, leen las novelas enviadas al certamen y, después de analizarlas y de deliberar entre ellos, anuncian el nombre del autor distinguido.
Es habitual que los certámenes recompensen al ganador de alguna forma. Muchas veces el premio es una suma dinero en efectivo y de algún objeto de valor simbólico, como una medalla o un diploma. En el caso de los certámenes de literatura, con frecuencia el premio consiste en la publicación y distribución de la obra premiada.
Los certámenes tiene diversas reglas, cada uno las suyas, y se desarrollan en varias etapas bien definidas. Es importante subrayar la necesidad de cumplir las normas que establece la institución que los organiza, ya que en algunos casos basta con un pequeño error para que un participante quede fuera del concurso.
Dado el volumen de gente que puede llegar a participar de algunos certámenes, en especial cuando tienen un alcance internacional, es razonable enmarcarlos en una serie de reglas inquebrantables; si se le permitiera a cada persona actuar de una manera diferente, entonces la organización se volvería prácticamente imposible.
La primera etapa de un certamen de literatura, por ejemplo, comienza con el envío de las obras por parte de los aspirantes al premio. Aquí se distinguen, a su vez, ciertas fases que hacen a la preparación del material escrito y al método de envío escogido. Por ejemplo, es común que una de las reglas sea enviar una o más copias impresas junto con una en formato digital, y esto no es optativo.
Este primer requisito supone una inversión monetaria que en la mayoría de los casos no repercute en ningún beneficio, ya que de cientos de participantes tan sólo se escogen unos pocos ganadores y las obras del resto se arrojan al cesto de papeles. Precisamente, la necesidad de gastar dinero, tanto en la impresión como en la encuadernación y en el envío de la obra, es una de las razones por las que muchas personas se echan atrás, deciden no participar, y esto representa el primer filtro del certamen.
Otro de los requisitos de esta primera etapa gira en torno al modo en el cual se deben presentar los documentos: la obra debe ir acompañada de una ficha con los datos del autor, generalmente dentro de un sobre sellado para mantener el anonimato hasta que se escoja el ganador, ya que hasta entonces se prefieren los seudónimos.
El anuncio de los ganadores de un certamen puede llevarse a cabo de muchas maneras, y depende de su importancia. Por lo general, el comunicado se emite por televisión, o bien en la prensa, tanto impresa como digital.