Se denomina cloración al acto y resultado de clorar. Este verbo, a su vez, tiene dos usos reconocidos por la Real Academia Española (RAE) en su diccionario.
El primer significado que menciona la RAE hace referencia a incorporar cloro al agua con el objetivo de desinfectarla. Clorar, por otra parte, puede aludir a la introducción de átomos de cloro en una molécula.
La cloración del agua
Como indicamos más arriba, la idea de cloración puede vincularse al proceso que implica añadir cloro al agua. El cloro, cuyo símbolo es Cl, es un elemento químico de olor característico que se emplea como desinfectante, plaguicida y blanqueador.
Lo que hace la cloración es propiciar la eliminación de patógenos, optimizando sus características higiénicas. Incluso se puede lograr la potabilización del agua.
El cloro consigue la destrucción de las enzimas que los microorganismos requieren para subsistir. De este modo actúa como bactericida y reduce el riesgo de que se transmitan enfermedades a través del agua.
Otro efecto de la cloración es que ayuda a quitar elementos orgánicos y minerales sólidos que resultan indeseables en el agua. Así contribuye a mejorar el sabor y anula los malos aromas.
La explicación química
Los científicos creen que el cloro, gracias a su capacidad oxidante, provoca cambios bioquímicos, químicos y físicos en las enzimas y en las paredes celulares de los patógenos. Sin esa protección, la célula no puede desarrollar las funciones básicas para su vida, con lo cual muere.
En concreto, la cloración da lugar a dos reacciones químicas primordiales en el agua: una reacción de disociación y una reacción de hidrólisis. Estos procesos son útiles para impedir la proliferación de algas y eliminar metales, por ejemplo.
Otros métodos más allá de la cloración
Para tratar el agua potable, la cloración es el método más popular. De todos modos hay otros recursos químicos que hacen posible la desinfección.
El ozono es otro oxidante que se emplea de manera similar al cloro. Se requiere de una menor cantidad de sustancia y de menos tiempo de contacto con el agua para que cumpla su función, aunque su capacidad residual es inferior.
El hipoclorito de sodio y el dióxido de cloro también se usan en diferentes ámbitos. En cuanto a recursos físicos, puede apelarse a los rayos gamma o a la luz ultravioleta, por mencionar dos opciones.
Importancia de la potabilización
De acuerdo a una publicación de finales de la década de 1990, la cloración del agua está entre los principales avances del segundo milenio en materia de salud pública. Algunas estimaciones indican que más de 177 millones de vidas fueron salvadas desde 1919 gracias a este procedimiento.
Enfermedades como la poliomielitis, el tifus y el cólera perdieron preponderancia a partir de la cloración. Esto se debe, como ya señalamos, a que el cloro destruye los microorganismos patógenos presentes en el agua y, por lo tanto, reduce los riesgos de contagio por vía acuática.
Se estima que la primera planta de cloración fue instalada en 1902 en el territorio de Bélgica. Pese a la antigüedad de la técnica, aún una gran cantidad de personas en todo el mundo carecen de acceso al agua potable.