El término latino collābi, que puede traducirse como «caer», derivó en collapsus. Este vocablo llegó a nuestro idioma como colapso: el derrumbe, el desplome o la devastación de algo.
Por ejemplo: «El gobierno se comprometió a entregar ayuda financiera para evitar el colapso del sector farmacéutico», «El colapso de la bolsa dejó a miles de personas en la ruina«, «La derrota en la final supuso el inicio del colapso del club».
La idea de colapso se emplea en diversos contextos. Cuando se dice que un edificio colapsa, se hace referencia a la destrucción de su estructura por algún motivo. El colapso de una construcción puede deberse a un terremoto, un atentado, un incendio u otra causa.
El colapso como crisis
Un colapso social se produce cuando una cultura pierde sus características o valores más importantes de manera permanente o temporal. Esto implica el mal funcionamiento o la desaparición de sus principales instituciones, una situación que provoca daños sociales.
En un sentido similar, un colapso económico se asocia a una crisis de grandes proporciones. Los colapsos de este tipo incluyen la paralización de la actividad económica, el crecimiento del desempleo y el aumento de la deuda pública.
El término en la medicina y vinculado a la temperatura
En el terreno de la medicina, se denomina colapso circulatorio o colapso cardiovascular a la situación que se genera cuando los tejidos del organismo no reciben sangre oxigenada por un problema del sistema circulatorio. Por eso no consiguen satisfacer sus necesidades biológicas.
Un colapso térmico, en tanto, tiene lugar cuando un material se rompe por una modificación abrupta de la temperatura. Esto puede ocurrir cuando un frasco de vidrio que está muy caliente es apoyado sobre una superficie fría, por ejemplo.
Colapso nervioso
Casi todos los seres humanos pasamos por momentos de ansiedad y estrés en la vida cotidiana, a veces con picos en los que nuestra salud se ve afectada. Esto es lo que algunos denominan colapso nervioso, y se trata de una forma de trastorno de ansiedad, por lo que no debe ser tomado a la ligera.
Cuando atravesamos una situación que nos causa estrés en extremo, como puede ser el fallecimiento de un ser querido o un trauma, el colapso nervioso ve su oportunidad de adueñarse de nuestro sistema. Algunas personas, por otra parte, lo experimentan como resultado de una acumulación lenta y gradual de estrés, a causa de las obligaciones y exigencias de la vida moderna.
Si bien los especialistas suelen recomendarnos evitar las presiones excesivas, lo cierto es que la realidad laboral y estudiantil del siglo XXI vuelve muy difícil mantenerse alejado de ellas. Esto no significa que no debamos intentar vivir en paz, sino que también es importante reconocer los signos del colapso nervioso para saber si lo estamos atravesando y, por lo tanto, necesitamos pedir ayuda profesional o cambiar drásticamente de vida.
Signos de este trastorno
El aislamiento es uno de los primeros signos de este trastorno; se puede manifestar a través de una falta de interés anómala de pasar tiempo con nuestros seres queridos, e incluso de una desconexión gradual de las actividades que más nos gustan.
Esta búsqueda de soledad no es voluntaria ni beneficiosa. Otro de los signos es la dificultad para concentrarse en las tareas, la cual acarrea que comencemos a perder el tiempo con actividades que antes quizás despreciábamos. Todo esto acarrea una sensación de impotencia, miedo e ira, que nos bloquea y nos pone de mal humor.
De modo similar al aislamiento, el colapso nervioso a veces nos lleva a sentir que no podemos identificarnos con nosotros mismos, que no estamos atravesando nuestra propia vida, y esto se denomina desapego emocional. En los peores casos, es posible que aparezcan intentos de suicidio a través del daño físico o el abuso de sustancias.