Una crisis es un cambio brusco o una modificación importante en el desarrollo de algún suceso, y ésta puede ser tanto física como simbólica. Crisis también es una situación complicada o de escasez.
Una persona puede enfrentarse a diversas clases de crisis; una de las más comunes es la de salud, que tiene lugar cuando se experimenta un cambio importante en el curso de una enfermedad. Por ejemplo: «El paciente falleció tras sufrir una crisis cardíaca».
Crisis de nervios
Se habla de crisis de nervios, por otro lado, cuando un sujeto pierde el control de sus emociones; esto ocurre, por lo general, ante una situación de estrés: «La madre de la víctima sufrió una crisis de nervios al enterarse de la trágica noticia».
En este caso, un sinónimo traído de la lengua inglesa es la palabra «shock», que refleja de manera muy concisa el golpe o choque que existe entre el estado previo a conocer una determinada situación y el instante posterior, ya que son prácticamente opuestos a nivel anímico.
Dificultad para asumir cambios
Otro momento de crisis para una persona suele aparecer al alcanzar una cierta edad; se habla de la crisis de los 30 años, o de los 40 o los 50, y se refieren a la dificultad que conlleva enfrentar los cambios propios de cada etapa de la vida. Si bien es cierto que muchos envejecen sin prestar atención a estas cuestiones y disfrutando del día a día, el cuerpo y la mente sufren modificaciones progresivas irreversibles que afectan a aquéllos que no soportan desprenderse definitivamente de las cosas.
Desde un punto de vista meramente fisiológico, por ejemplo, se dice que entre los 27 y los 30 años la piel deja de producir colágeno, lo que explica que sea ésta la franja etaria en la que comienzan a aparecer arrugas.
Las crisis son necesarias
Desde un punto de vista psicológico, las crisis son tan comunes como necesarias para el desarrollo de una persona, y no siempre se trata de cuestiones negativas o tan evidentes como las expuestas en los párrafos anteriores. Cualquier obstáculo que se nos presente en la vida, por pequeño e insignificante que parezca a simple vista, representa un desafío que, de ser resuelto y superado, nos llevará a una nueva etapa en el espiral de nuestro crecimiento.
Continuando con la imagen del espiral, cada una de sus vueltas representa una crisis. Cabe señalar que nunca se puede descender, lo cual podría ser entendido como una involución; la única opción, por lo tanto, si no se consigue atravesar uno de estos muros, es quedarse estancado en un nivel, atrapado en un estado evolutivo y negarse al progreso.
Más allá del individuo: problemas sociales, económicos y políticos
Las crisis sociales, que trascienden a una persona, están dadas por un proceso de cambios que amenaza una estructura. Dichos cambios generan incertidumbre, ya que no pueden determinarse sus consecuencias. Cuando los cambios son profundos y derivan en algo nuevo, se habla de revolución.
Una crisis económica es un momento en el cual la economía presenta indicadores negativos, con contracción de las actividades, altos niveles de desempleo y aumento de la pobreza. Irónicamente, si bien se trata de una etapa muy difícil para un país, este tipo de crisis representa la excusa perfecta para muchas personas que no desean esforzarse por conseguir un futuro mejor; el malestar general que se asocia con épocas de crisis en ciertos países demuestra que hay una gran tendencia a bajar los brazos ante el primer obstáculo, y a lamentarse en lugar de buscar soluciones.
Una crisis política, por último, es la situación de conflicto que amenaza la continuidad de un gobierno: «La renuncia de tres ministros ha producido una gran crisis política en Argentina».