La digresión atenta contra la comunicación efectiva.
Se llama digresión al acto y el resultado de interrumpir el hilo de un discurso mediante la introducción de elementos que carecen de un vínculo directo con el tema central. El término procede del vocablo latino digressio.
TemasCambio de tema sorpresivo
La digresión, por lo tanto, atenta contra el desarrollo habitual del discurso. Aquello que se introduce no mantiene un nexo cercano con el asunto que se estaba tratando, con lo cual puede hacer que el oyente se pierda y deje de prestar atención.
Puede decirse que la digresión implica un cambio de temática que afecta temporalmente al discurso. El hablante puede recurrir a la digresión para hacer alusión a un acontecimiento diferente o paralelo, regresando luego al tema principal.
No debemos olvidar la importancia de mantener el hilo del discurso para que la comunicación sea efectiva, para que el interlocutor reciba un mensaje claro y pueda interpretarlo sin necesidad de «limpiarlo» de elementos innecesarios.
Ejemplo de digresión
Veamos un ejemplo de digresión: “El cantante estadounidense ofreció un show impactante a lo largo de dos horas. No solo presentó canciones de su último trabajo discográfico, sino que también repasó sus hits. El público, de este modo, no dejó de cantar y bailar, olvidándose por un rato de la grave crisis económica que afecta al país. El gobierno, de hecho, anunció ayer que la tasa de desocupación ya supera el 20%. Y para los especialistas podría seguir creciendo por las nuevas políticas proteccionistas de varias potencias. El artista norteamericano, con su espectacular concierto, trajo algo de alegría a estas tierras tan castigadas”.
Como se puede advertir, el tema más importante del relato es el espectáculo de un cantante. Quien realiza la crónica, de todas maneras, apela a la digresión y hace referencia a la situación de la economía, antes de volver al show.
En el ámbito del periodismo, la digresión no está bien vista, ya que puede generar una interferencia entre el tema principal y el público. Si bien en un artículo de entretenimiento el resultado no es grave, ya que los lectores se acercan para conocer datos de sus artistas favoritos y bien pueden contextualizarlos en la situación de un país sin problema, lo mismo no ocurriría en el caso contrario.
Imaginemos por un momento un artículo centrado en la tasa de desocupación de un país que, de pronto, dedica un par de oraciones al concierto de un artista extranjero y la devoción de sus fans en el estadio. Probablemente los lectores se sentirían confundidos ante tal asociación de sucesos, ya que no aporta nada al tema principal, sino que ensucia el mensaje con una distracción pasajera que ni siquiera es relevante.
Irse por las ramas
Cabe resaltar que muchas veces la digresión no se concreta adrede, sino que el narrador termina alejándose del asunto casi sin darse cuenta. A esta situación se la suele mencionar como “irse o andarse por las ramas”.
Ante la digresión, el interlocutor suele perder el interés en la conversación.
Este fenómeno se da de manera espontánea en muchas personas, al punto de que se considere parte de su personalidad. Cuando es así, por lo general no son conscientes de estar incurriendo en la digresión, por lo cual continúan hablando hasta que concluyen su laberinto de temas o bien hasta que sus interlocutores las interrumpen y les piden que vuelvan al principal.
Por otra parte están quienes se desvían del tema principal de forma espontánea y sin voluntad, pero a los pocos segundos se dan cuenta de su digresión, piden disculpas a su interlocutor y retoman la conversación anterior. Esto no les pasa a todos, pero es muy común, en especial cuando el emisor siente una gran pasión por los temas que está tocando.
