La educación inclusiva es un modelo de instrucción concebido y diseñado para contemplar las necesidades de cada persona en relación al proceso de enseñanza y aprendizaje. Su propósito es garantizar la alfabetización universal y la equidad educativa.
Niños, jóvenes, mujeres y hombres tienen derecho a la educación, por eso es esencial que cada Estado implemente una política educativa sólida orientada a la justicia social. A fin de propiciar la igualdad de oportunidades e integrar a todos los sectores de la población resulta indispensable poner a disposición de cada comunidad un sistema educativo que sea gratuito y laico. A la hora de trabajar en pos de una auténtica inclusión social es importante identificar cuáles son las barreras al aprendizaje, buscarles soluciones, aplicar empatía dentro y fuera del aula, estimular la integración escolar y poner en práctica estrategias que contribuyan a evitar el fracaso escolar o a minimizar el porcentaje de deserción escolar.
Principios de la educación inclusiva
Los principios de la educación inclusiva, a grandes rasgos, engloban la sensibilidad y humanidad en el trato, la accesibilidad, la implementación de servicios de apoyo psicológico, los buenos valores y el respeto a la diversidad. El aprendizaje colaborativo y las estrategias de enseñanza inclusiva son ineludibles para lograr, sin excepción, la escolarización de todos aquellos que están en edad y condiciones de acceder al sistema educativo y desean hacer valer su derecho a la formación académica en vistas a una evolución individual desde la adquisición de saberes, una socialización y un progreso integral.
Es un auténtico desafío formar seres humanos acompañándolos con vocación, esfuerzo, compromiso y voluntad para ayudarlos a descubrir y desplegar todo su potencial.
Cabe resaltar que el rol del docente en la inclusión es clave: los educadores deben encargarse de facilitarle el aprendizaje a quienes necesitan un entorno determinado o un incentivo extra en orientación y apoyo para reforzar o desplegar sus capacidades haciendo hincapié en el reconocimiento de avances y fortalezas, crear un óptimo y acogedor ambiente de estudio, abrazar con convicción el movimiento de Educación para Todos que propuso la UNESCO años atrás y conducir al grupo incitando en todo momento al respeto, la colaboración y la tolerancia.
Más allá de las diferencias y los requerimientos especiales que pueden reconocerse en un aula es vital educar más allá de lo estrictamente vinculado al plan de estudios. Tanto en el ámbito educativo como en el hogar hay que inculcar desde edad temprana hábitos saludables, principios éticos y forjar conductas positivas que, en un futuro, sean señas de identidad de mujeres y hombres de bien. Hay que, por ejemplo, prevenir en todo momento la violencia escolar, la discriminación y el bullying, enseñar sobre el cuidado del cuerpo propio y ajeno y concientizar sobre la importancia de valorar, proteger y respetar la vida.
Necesidades especiales y diversidad
Son numerosas las necesidades especiales y la diversidad que se presentan en cada sociedad. Es posible distinguir, por indicar algunas posibilidades comunes, entre diversidad cultural y diversidad de género.
Asimismo, convivimos con toda clase de individuos. Existen personas de talla baja, otras que poseen una altura superior a la media, sujetos que presentan discapacidad visual, otros que se enmarcan dentro del espectro autista, seres de distintas edades, nacionalidades, creencias, costumbres, elecciones, estilos de vida, nivel económico… Cada uno, sin importar dónde ni cuándo haya llegado al mundo, cómo piense ni qué diagnóstico médico haya recibido, tiene derecho a la educación.
Desafíos de la educación inclusiva
La educación inclusiva se enfrenta, a diario, a una enorme cantidad de desafíos. En primer término, exige una legislación educativa, una infraestructura, una capacitación en constante actualización y una comunidad que acompañe, respalde y facilite la inclusión.
Los niños con discapacidad merecen una infancia feliz, contención familiar y la misma calidad educativa que reciben sus pares. Lo «especial» tendría que entenderse como personalizado, un enfoque particular que atienda necesidades puntuales y no ser motivo de miradas de lástima, segregación y luchas por la igualdad que, lamentablemente, a veces nunca llega porque se agota en discursos socialmente correctos que no se llevan a la práctica.
Hay que continuar, a escala internacional, por el camino de la inclusión, el conocimiento y la convivencia en armonía. Es innegable que se ha avanzado mucho desde la ciencia, la pedagogía y la sociedad en general a favor de la integración, pero aún queda bastante por aprender, pensamientos que modificar, prejuicios por derribar y barreras por superar.
Para soñar con un futuro mejor y hacerlo posible, la ciudadanía debe unirse a favor de la libertad, la autonomía, la dignidad, el respeto, la flexibilidad, la tolerancia, la identidad, la igualdad y la inclusión absolutos.
En el campo de la educación es enriquecedor dejar de lado la rigidez de un currículo y adaptar su contenido a fin de ponerlo al alcance de todos con metodologías, técnicas y formas de enseñanza que, tanto en el nivel inicial como en las instancias de educación primaria, secundaria y superior se acomoden a los tiempos, las particularidades y las necesidades de cada ser humano.