Niños, jóvenes y adultos tienen derecho a, sin excepción, recibir educación.
La educación para adultos es un segmento del ámbito de la enseñanza que, específicamente, apunta a instruir a jóvenes y a mayores de edad en torno a una inmensa variedad de disciplinas. Se imparte y se facilita el acceso a ella a escala internacional para que todos los seres humanos, independientemente de si han recibido, o no, educación formal en su infancia o adolescencia, posean la chance de tener instancias de aprendizaje a lo largo de la vida.
El proceso de adquisición de saberes, una cuestión esencial para el desarrollo personal y clave para tener oportunidades en el mercado laboral, contempla espacios de educación no formal, formal e informal. Se emplean, en este marco, múltiples herramientas, técnicas, recursos y estrategias para garantizarle a la población adulta su derecho a la educación.
Cabe destacar que en suelo argentino, más precisamente dentro de la provincia de Buenos Aires, el 27 de noviembre de 1973 se produjo la creación de la Dirección Provincial de Educación de Adultos. En recuerdo de ello, en esa fecha se conmemora, año tras año, el Día de la Educación de Adultos.
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ResumenCaracterísticas de la educación para adultos
La educación para adultos encuentra su base en la andragogía, ya que requiere prácticas, principios y métodos especiales para garantizar el éxito del proceso formativo.
Tanto para sesiones de educación en línea o clases presenciales como para congresos, seminarios y webinars con formato mixto (semipresencial), los docentes o profesores a cargo deben adoptar dinámicas y tácticas que les permitan alcanzar los objetivos planteados al inicio del ciclo o curso.
Se suelen tener en cuenta las alternativas del aprendizaje autodirigido y del aprendizaje experiencial, sin dejar de conocer ni de aprovechar las bondades del enfoque guiado ni del enfoque exploratorio.
Es beneficioso, asimismo, el estilo de aprendizaje colaborativo dado que estimula la acentuación o el desarrollo de habilidades sociales, promueve el compromiso y la responsabilidad, potencia la motivación para sumar conocimientos, etc.
Los mayores de edad y los adultos mayores pueden instruirse a través de clases presenciales o de modo virtual apelando a la educación a distancia.
Tipos
La educación para adultos se va logrando mediante múltiples tipos de formatos, canales, orientaciones y especialidades.
Los encuentros entre alumnos y profesores/docentes suelen tener lugar, en persona, en centros de educación para adultos o dentro de escuelas públicas en turno noche.
También es usual que la alfabetización de adultos suceda en hogares gracias a las clases domiciliarias. En los domicilios particulares pueden llegar a recibirse, asimismo, clases individuales de apoyo escolar.
Existen programas, de igual modo, de formación educativa para gente adulta privada de su libertad (en esos casos, la enseñanza transcurre en cárceles o en la propiedad donde alguien cumple prisión domiciliaria) y de aprendizaje dentro de clínicas u hospitales para adultos que se encuentran internados.
Tampoco hay que pasar por alto que los mayores de edad tienen a disposición planes e iniciativas para cursar o completar la escuela primaria, secundaria y/o universitaria. Se suelen diseñar, en pos de garantizar el acceso a una educación continua o permanente, estructuras curriculares modulares flexibles y abiertas a las necesidades y posibilidades de cada alumna/o. Como se procura que nadie se sienta excluido y se busca, sin excepción, darle una respuesta de calidad a todos aquellos que quieran estudiar aunque se encuentren en el último tramo de su existencia, han ido ganando cada vez más relevancia y espacios la gerontagogía y la educación inclusiva para adultos.
Sabiendo leer y escribir, los abuelos pueden compartir jornadas de lectura con sus nietos, hacerles cariñosas dedicatorias o cartas en papel y ayudarlos con sus tareas escolares, por ejemplo.
Importancia de la educación para adultos
La educación para adultos es necesaria e importante para el cumplimiento de las metas individuales, para propiciar la inclusión social y para que puedan contar con bases teóricas indispensables para el mundo del trabajo. Da, además, independencia y fortalece el autoestima, razón por la cual es posible conseguir empoderamiento a través de la educación. Alguien con voluntad de autosuperación e interés por el estudio después de haber formado su propia familia siente satisfacción y orgullo al ir demostrando (y demostrándose a sí mismo) que va avanzando en materia educativa.
La formación en idiomas y la educación artística para adultos son dos ejemplos concretos de capacitaciones que invitan a mantenerse activos y a incorporar saberes al ir transitando la adultez. Es emocionante, incluso, ser testigos de abuelos/as que, a edad avanzada, consiguen escribir y/o leer por primera vez su nombre o su fecha de nacimiento tras tomar lecciones vinculadas al abecedario y a los números.
Tampoco hay que interrumpir el estudio aunque se haya completado hasta la universidad y se tenga el privilegio de disponer de una fuente de empleo porque siempre es vital modernizarse, actualizar los conocimientos y ser competitivos e idóneos a nivel profesional. Aprovechar una capacitación en el lugar de trabajo o tomar por iniciativa propia cursos de educación financiera (o de otra especialidad), adaptarse al manejo de redes sociales, asistir a talleres comunitarios con el propósito de plasmar lo aprendido en un emprendimiento personal y no dejar nunca el rol de aprendiz/alumno/estudiante cualquiera sea el área, temática o disciplina elegida es lo más conveniente.
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