El vocablo latino elĕgans llegó a nuestro idioma como elegante. Se trata de un adjetivo que permite calificar a aquel o aquello que se destaca por su garbo, gracia o refinamiento.
Por ejemplo: «Mi abuelo era un hombre muy elegante, siempre utilizaba saco y sombrero», «Vamos a celebrar nuestro aniversario en un restaurante elegante con vista al río», «El hotel más elegante de la ciudad está lleno de ejecutivos por la convención que tendrá lugar mañana».
Por lo general la elegancia se asocia al buen gusto. Una persona elegante se viste bien y sabe cómo comportarse en los ámbitos sociales más selectos, mostrando su buena educación. Habitualmente la elegancia también se vincula a la sencillez: lo recargado o exagerado no es elegante.
Los hombres y las mujeres suelen querer verse elegantes en ciertos ámbitos: en eventos sociales como fiestas de cumpleaños o casamientos, en una reunión de negocios, en una entrevista televisiva, etc. Para cumplir con este objetivo, se presta atención a todos los detalles de la vestimenta y a la apariencia estética en general (el peinado, el maquillaje).
Así, para que una mujer ir elegante a una boda se establece que hay una serie de requisitos que merece la pena tener en cuenta como son los siguientes:
-Debe evitar llevar un atuendo que sea de color blanco o marfil, ya que ese está indicado única y exclusivamente para la novia.
-Si el enlace es durante el día, hay que optar por un vestido corto mientras que si la boda es de tarde o de noche, se optará por uno largo. En este sentido también hay que saber que las pamelas solo se pueden usar en enlaces de día y los tocados para los de la tarde-noche.
-Las mujeres que no quieran llevar un vestido tienen otras opciones para lucir muy elegantes como son los trajes de chaquetas o los monos.
No obstante, hay que tener en cuenta que se puede ser elegante en el día a día. Para eso, se debe optar por llevar a la práctica consejos tales como recurrir al empleo de prendas atemporales como pueden ser las camisas blancas, llevar siempre accesorios y complementos que sean discretos, lucir un maquillaje sotisficado pero discreto al mismo tiempo, tener muy claro la regla de «menos es más»…
Numerosas son las celebrities de la historia que se considera que son un ejemplo de elegancia por naturaleza. En concreto, nos estamos refiriendo a la actriz Cate Blanchett, a Ava Gardner, a Emma Stone, Ryan Gosling, Cary Grant, Coco Chanel, Grace Kelly, Jackie Kennedy, Audrey Hepburn, George Clooney…
Los lugares, por otra parte, son elegantes cuando se encuentran ambientados de forma refinada y decorados con esmero. Hay ciertos establecimientos, como restaurantes, bares, hoteles o salones de fiestas, que basan su propuesta en la elegancia. Por eso sus dueños invierten mucho dinero en lograr que el ambiente sea elegante, una inversión que suele trasladarse al precio de sus servicios (a mayor elegancia, mayor precio).
Un hotel de categoría cinco estrellas, que brinda todo tipo de comodidades a los huéspedes y que cuenta con un restaurante de lujo, puede ser calificado como elegante. En cambio, a un hostel que presenta dormitorios con baño compartido y que no sobresale por su limpieza nadie lo definiría como elegante.