El verbo emular proviene del vocablo latino aemulāre. El concepto hace referencia al acto de imitar la conducta o la acción de otra persona.
Por ejemplo: «El joven quiso emular al acróbata pero terminó golpeándose contra el suelo», «Me encantaría emular a Manu Ginóbili y jugar más de quince años en el mismo equipo de la NBA», «No debemos tratar de emular a nuestros vecinos ya que las condiciones socioeconómicas de cada país son diferentes».
La emulación, por lo tanto, es una imitación. De acuerdo al diccionario de la Real Academia Española (RAE), la noción suele emplearse en sentido favorable, ya que se considera como un esfuerzo para alcanzar la excelencia o el éxito que logró otra persona, que es tomada como inspiración.
Un niño que empieza a jugar al fútbol, por citar un caso, puede tratar de emular a Lionel Messi. El pequeño observa videos del crack argentino para copiar sus movimientos y aprender de su técnica. La imitación, por supuesto, nunca podrá ser exacta ya que el talento es individual, pero la emulación le puede servir como empuje para desarrollarse como futbolista.
En el terreno de la informática, se denomina emulador a un tipo de software que posibilita la ejecución de programas que fueron creados para una plataforma diferente. Esto quiere decir que busca emular el comportamiento de los programas tal como si estuviesen ejecutándose en el dispositivo original.
Los emuladores más populares están centrados en los videojuegos. Con un software de esta clase, se puede emular el funcionamiento de consolas como PlayStation, Xbox y Super Nintendo en una computadora (ordenador), por ejemplo, aunque su potencial es mucho mayor, así como su complejidad.
El emulador cumple una función de gran importancia para los amantes de la informática y los videojuegos: les permite seguir disfrutando de las creaciones más antiguas en los nuevos equipos, a pesar de la inevitable incompatibilidad de arquitecturas. En el ámbito de la tecnología, entendemos por arquitectura al diseño y la estructura en la que se conceptualiza y opera un sistema de ordenadores, el cual suele ser diferente de una familia de procesadores a otra o bien entre dos marcas dadas.
En otras palabras, podemos decir que la arquitectura describe el modelo en el cual se apoya el funcionamiento y la forma en la que se diseña un ordenador, en especial con respecto al modo en el cual la CPU trabaja y se relaciona con la memoria por medio de sus direcciones (la CPU es el procesador principal, cuya sigla se traduce como unidad central de procesamiento). Cuando se abandona una arquitectura para dar lugar al nacimiento de una más moderna, se vuelve imposible ejecutar ciertos programas y sistemas operativos, y es entonces que el camino más conveniente para mantenerlos con vida es la emulación.
En el caso de los videojuegos, una de las formas de entretenimiento más jóvenes y revolucionarias de la historia, la emulación ocupa un lugar central. A pesar de que la mayoría de los primeros títulos comerciales hayan surgido en la década de 1980, una época para nada remota, los avances tecnológicos en este campo han repercutido en más de un cambio de arquitectura, que pueden apreciarse en las consolas más significativas: centrándonos solamente en las creadas por la compañía japonesa Nintendo, la NES, la Super Nintendo, la Nintendo 64, la 3DS y la Switch son consolas que no pueden correr los mismos juegos de forma nativa, sino que es necesario emular la plataforma original en la nueva.
Emular un procesador principal, uno gráfico y la memoria principal es una tarea extremadamente compleja, ya que requiere la creación de un programa que reproduzca el modo en el que cada uno de estos y otros componentes funcionaban pero también la comunicación que había entre ellos, tomando en cuenta conceptos tales como las instrucciones, la cantidad de núcleos y la velocidad.