La escucha activa es una herramienta del ámbito de la comunicación entre seres humanos que se caracteriza por oír con atención, interés y empatía el mensaje que está dando alguien.
Es una modalidad esencial para quienes se dedican a la resolución de conflictos, trabajan en el campo de la salud, se encargan de mejorar los vínculos y alcanzar la armonía en entornos laborales, desempeñan alguna función dentro del rubro educativo o desean cerrar exitosamente una negociación.
Un sujeto que está atravesando un duelo; un adolescente que sufre una desilusión amorosa; una mamá primeriza repleta de temores y dudas; un empresario preocupado porque su negocio no marcha bien; una persona que ha recibido un diagnóstico desalentador… Cada ser tiene motivos, razones y necesidades por los cuales desea manifestarse y tener a alguien del otro lado con ganas, tiempo y voluntad de escucharlo detenida y profundamente sin juzgarlo (el receptor puede ser desde un desconocido o profesional de la salud mental hasta un amigo, familiar o referente, por detallar posibilidades comunes).
Los tonos de voz, las expresiones faciales y la comunicación no verbal también proporcionan datos que no hay que pasar por alto si se busca comprender el discurso en su totalidad: por esa razón, además de los oídos en alerta y el cerebro reservado a la charla hay que tener los ojos posados en el o la orador/a.
Claves de la escucha activa
Se necesita saber cuáles son los elementos claves de la escucha activa a fin de poder generar el clima adecuado para tal fin.
Más allá de fijar la atención en la persona que está por expresarse mediante la palabra y demostrarle interés no solo a sus dichos sino también a su lenguaje corporal, resulta imprescindible estar en un ambiente tranquilo y minimizar la aparición de distracciones (el sonido del reloj, el teléfono móvil cerca y encendido, la alarma de un vehículo, el vaivén de una puerta al abrirse o al cerrarse, el desplazamiento de gente, el ladrido de una mascota o cualquier sonido asociado a animales, entre otras cuestiones, desconcentran y entorpecen el fenómeno comunicativo).
Es importante que entre emisor y receptor se mantenga un contacto visual, que ambos involucrados en el fenómeno de la comunicación estén concentrados exclusivamente en ese proceso de hablar y escuchar, que no surjan interrupciones y que no se emitan juicios de valor. De querer realmente llevar a cabo una escucha activa es fundamental hacer a un lado los prejuicios, demostrar paciencia y respetar hasta el silencio de quien tiene la palabra. En definitiva, bajo ningún punto de vista hay que poner trabas o barreras a la escucha.
Asimismo, hay que averiguar si del otro lado se espera un consejo o una solución. Aunque uno tenga una excelente disposición y buenas intenciones, hay personas que simplemente quieren desahogarse y ser escuchadas en profundidad sin recibir planteos, cuestionamientos, preguntas ni recomendaciones. Ante estas situaciones adquieren relevancia los gestos o las señales de asentimiento, la empatía, una postura corporal de carácter receptivo que refleje interés en la charla (o el monólogo) y las manifestaciones de comunicación no verbal para poder transmitir seguridad y confianza o dar contención.
Beneficios y campos de aplicación
Tanto los beneficios como los campos de aplicación de la escucha activa son múltiples.
A través de ella, según han comprobado aquellos que estudian y utilizan esta técnica, hay avances positivos en las relaciones interpersonales, se favorece la capacidad de comprensión y se reducen y/o resuelven numerosos conflictos.
Se incrementan las chances de éxito en una mediación cuando se pone en práctica el método de la escucha activa y se obtienen resultados beneficiosos cuando los terapeutas le dan a sus pacientes una escucha activa durante las sesiones de terapia.
En el ámbito laboral, esta herramienta contribuye a potenciar el liderazgo y es muy útil, por ejemplo, para el trabajo en equipo porque propicia espacios para escuchar y ser escuchados, para el entendimiento mutuo y la interacción social basada en el diálogo y la comunicación en grupo.
La escucha activa en el aula, por otra parte, favorece la adquisición y el desarrollo de habilidades sociales. A través de esta técnica se robustece la confianza entre pares, se les transmite seguridad a las personas más tímidas o introvertidas, se entrena la empatía, se le da impulso a la asertividad y se estimula la resiliencia.
Tips para lograr una fructífera escucha activa
Para lograr una fructífera escucha activa hay que tener presentes, y hacer cumplir, ciertos tips.
Valerse del autocontrol para no interrumpir innecesariamente a quien habla es primordial. Limitarse a escuchar y evitar dar opiniones cuando no son solicitadas también marcan el perfil del buen oyente.
Formular preguntas concretas, apelar a la paráfrasis o solicitar aclaraciones en caso de dudas para demostrar que se ha escuchado la exposición son otras opciones al momento de protagonizar un encuentro que amerita una retroalimentación.