Un eufemismo es una manifestación decorosa, cuya expresión más directa y franca sería muy dura o sonaría mal. Se refiere a un concepto que sirve para reemplazar a otro más ofensivo, vulgar o hasta tabú; se considera que el utilizado es el adecuado por ser políticamente correcto. Esto significa que el uso de un eufemismo impide chocar con el interlocutor al decirle algo que, de otra forma, podría ser intolerable para él.
También puede utilizarse para sustituir un nombre secreto o con una intención cómica. El objetivo del eufemismo es dar a entender una realidad pero maquillando los aspectos más conflictivos de la misma. En el caso del humor, permite expresar una gracia de una forma inteligente, obligando al receptor a comprender el doble sentido de una determinada frase.
Eufemismos en la política
La política es el ámbito donde los eufemismos son más habituales. Al hacer uso de un eufemismo, un político puede ocultar una decisión que sería poco popular y presentar sus propuestas como algo más tolerable por la sociedad. Por ejemplo: «Para garantizar el crecimiento es necesario realizar un ajuste impositivo» es un eufemismo que puede decirse en lugar de «Vamos a aumentar los impuestos ante la crisis».
Otro ejemplo de eufemismos en la política aparece en las relaciones internacionales cuando existen conflictos bélicos. La frase «daños colaterales» enmascara las muertes de inocentes que se producen por una guerra. La sociedad es más tolerante ante la idea de que un bombardeo causó «importantes daños colaterales» en lugar de escuchar que dicho ataque «generó la muerte de 200 civiles». «Operación» en lugar de «invasión» es otro eufemismo en el entorno bélico.
Lo correcto a nivel social
En la retórica (disciplina relacionada con todos los campos de conocimiento que se encarga de estudiar y desarrollar diversos procedimientos y técnicas para una utilización correcta del lenguaje) un eufemismo es una figura retórica que sirve para sustituir un término por otro. El objetivo es evitar utilizar aquellas palabras que puedan ser desagradables o hirientes en pos de otras que puedan ayudar a expresar lo mismo sin causar una mala reacción en el oyente. Aunque en la literatura actual cada vez se utiliza menos, esta figura suele encontrarse mucho en las obras de corte clásico.
En la vida cotidiana solemos utilizar mucho los eufemismos porque nos han educado creyendo que ciertas cosas «queda mal que las digamos»; sin embargo, es un error pensar así. Las palabras en sí mismas no tienen una connotación negativa; ésta se encuentra ligada estrictamente con los prejuicios sociales.
Un ejemplo de eufemismo puede ser el utilizar el concepto de «tercera edad» para hacer referencia a la «vejez» o «entretenimiento adulto» para no decir «pornografía».
Se habla del lenguaje políticamente correcto y muchos aseguran no encontrarse ligados a él, sin embargo, todos los estamos en mayor o menor medida. Lo importante es saber comprender los límites; no exagerar en nuestra comprensión de los otros, pero tampoco tratar de mala forma a alguien que no nos ha hecho nada.
Utilizar eufemismos puede ayudarnos considerablemente a relacionarnos con el mundo pero abusar de su uso en nuestro discurso puede llevarnos a mantener comunicaciones poco directas y perjudicar nuestro desenvolvimiento frente al mundo; por tanto, es importante saber cuándo es mejor ser políticamente correctos y cuando evitar los eufemismos para ser más naturales y directos, con todas las consecuencias que esto implica.