Se denomina fecundación al proceso y la consecuencia de fecundar. Este verbo, en un sentido biológico, hace referencia a la unión de una célula reproductora masculina a una célula reproductora femenina para originar un nuevo ser.
Estas células sexuales reciben el nombre de gametos. Cuando el gameto masculino se fusiona con el gameto femenino mediante la reproducción sexual, se produce la fecundación, un proceso que implica la creación de otro individuo, cuyo genoma deriva de los genes de sus progenitores.
Puede decirse, por lo tanto, que la fecundación supone la creación de un nuevo individuo a partir de la combinación genética de sus progenitores (un ejemplar masculino y un ejemplar femenino).
La fecundación se inicia cuando el espermatozoide (gameto masculino) entra en contacto con el óvulo (gameto femenino) y se produce un reconocimiento entre ambos. Luego el espermatozoide ingresa en el óvulo y empieza a desarrollarse una interacción que posibilita la fusión de los respectivos materiales genéticos. Así se forma el cigoto, que es la célula que resulta de la unión de los gametos.
Concretada la fecundación, el cigoto se va desarrollando y atraviesa diversas etapas: primero alcanza el estado de embrión, luego se transforma en feto y finalmente, cuando ya logró el desarrollo necesario, nace como un nuevo individuo. En el caso del ser humano, desde la fecundación hasta el nacimiento transcurren nueve meses.
La fecundación natural en nuestra especie se produce cuando un hombre y una mujer mantienen una relación sexual y el hombre eyacula en el interior de la vagina de la mujer, posibilitando que sus espermatozoides entren en contacto con los óvulos. También es posible lograr la reproducción a través de la fecundación artificial con la ayuda de técnicas de laboratorio.
En el año 1979 tuvo lugar el nacimiento de la primera niña en haber sido concebida por medio de la aplicación de una técnica de fecundación artificial denominada in vitro, mérito que se les atribuye a los médicos Steptoe y Edwards. Antes de este momento histórico de la ciencia, fueron muchos los años de pruebas que no daban los resultados esperados.
El proceso exigió la extracción de un ovario, el cual se fecundó de forma artificial. Dado que en el ciclo natural solamente es posible la obtención de un óvulo, los médicos tardaron mucho tiempo entre una prueba y otra. Además, el óvulo debe presentar la madurez y la salud genética adecuadas para la fecundación de un embrión con la estructura sana, para que se pueda dividir y luego ser implantado en el útero.
Uno de los hitos de la fecundación in vitro se dio cuando los médicos comenzaron a usar fármacos para estimulara la ovulación, de manera que en cada ciclo pudieran obtener más óvulos maduros. Gracias a este avance en la técnica, es posible extraer un mayor número de embriones, estudiar de cerca la evolución de cada uno y finalmente escoger los mejores para implantarlos en el útero.
La fecundación in vitro también mejoró cuando los científicos empezaron a usar fármacos denominados gonadotropinas, los cuales sirven para que no tenga lugar la ovulación prematura, es decir, antes de que se extraigan los óvulos de los ovarios.
Gracias a contar con muchos embriones, la fecundación in vitro permitió que las pacientes recibieran un alto número por implantación (en ciertos países, hasta siete por vez) y esto aumentaba las probabilidades de embarazo. Pero esto no siempre trajo consecuencias positivas, ya que apareció una de las complicaciones más comunes de esta técnica: el embarazo múltiple.
Si el hombre de la pareja tiene problemas para producir esperma con normalidad, entonces es posible llevar a cabo la fecundación por medio de una técnica conocida como ICSI, que consiste en inyectar el espermatozoide en el citoplasma del ovocito.