El concepto de fósil proviene del término latino fossĭlis, que se traduce como “aquello que se consigue cavando”. Fossĭlis, en tanto, procede de fodĕre (cuya traducción es “cavar”).
Se conoce como fósil a los restos de un organismo y a las sustancias orgánicas que presentan un determinado grado de petrificación. Los fósiles se sitúan naturalmente en las diversas capas terrestres.
Puede decirse que los fósiles son vestigios de seres que vivieron en el pasado. Estas huellas (huesos, huevos, etc.) se conservan convertidas en rocas sedimentarias gracias a la acción de minerales.
La formación de fósiles se denomina fosilización, un proceso que implica alteraciones en la estructura y la composición de los restos. Cuando un animal muere, sus partes blandas se descomponen o son comidas por otras especies. El esqueleto, en cambio, puede terminar cubierto por sedimentos (como arcilla, lodo o arena) que lo protegen. Los minerales que eran parte de dichos sedimentos luego son disueltos por el agua de las precipitaciones. Al evaporarse el agua, los minerales se depositan en los huecos del tejido esponjoso y finalmente se endurecen, formándose el fósil.
Aquellas rocas que contienen fósiles pueden sufrir las consecuencias de la erosión y así los restos quedan al descubierto. La ciencia dedicada al análisis de los fósiles se denomina paleontología.
Un paleontólogo, por lo tanto, se dedica a buscar fósiles en las rocas sedimentarias. Una vez hallados los fósiles, se desentierran y se limpian para proceder a su estudio. Gracias a la paleontología, por ejemplo, se puede saber mucho acerca de los dinosaurios, animales que se extinguieron hace millones de años.
A menudo asociamos el concepto de fósil con los dinosaurios, pero es importante entender que existen fósiles de diferentes especies, tanto animales como vegetales. En Canadá, por ejemplo, se descubrió el fósil del pez más antiguo dentro de los registros, el Metaspriggina, ya que data de aproximadamente 505 millones de años. Por fortuna para los científicos, los restos están tan bien conservados que les han permitido estimar gran parte de los rasgos faciales de la especie.
Otro de los fósiles más relevantes es el del Megalosaurus, un género de dinosaurios que vivió en el período Jurásico, hace unos 166 millones de años en la actual Europa, y probablemente también en África, Asia y América. En el año 1676, un grupo de excavadores encontró un fémur parcial en Inglaterra y éste fue examinado por un profesor de Oxford, quien en un primer momento aseguró que estaban ante los restos de un gigante humano. Fue recién dos siglos más tarde que este fósil se asoció de manera formal a un dinosaurio y la especie recibiera su nombre científico.
Desde el siglo XVIII, muchos paleontólogos europeos pasaron años desenterrando huesos de aspecto muy peculiar cerca de los ríos y los lagos. Cuando intervino el naturalista Georges Cuvier, el rompecabezas se resolvió: habían descubierto el fósil del Mosasaurus, un género de saurópsidos que habitó partes de la actual Europa Occidental y ciertas regiones del continente americano hasta hace aproximadamente 66 millones de años. Se lo bautizó de este modo por haber sido hallado en las proximidades del río Mosa.
En la serie de videojuegos Animal Crossing, desarrollada por la compañía japonesa Nintendo, el jugador debe controlar a un avatar humano que llega a una aldea habitada por animales y se queda a vivir con ellos. En su día a día tiene varias actividades posibles, casi todas a su elección, para llevar una especie de segunda vida en el juego: puede escoger relajarse junto al mar, juntar frutas para venderlas, plantar diversas especies de árboles, pescar o desenterrar fósiles para donarlos al museo, entre otras muchas cosas.