Gafa es una noción que alude a los anteojos cuya sujeción se realiza por detrás de la cabeza o aprovechando la estructura de las orejas. Los anteojos, en tanto, son instrumentos ópticos que incluyen dos lentes para favorecer la visión de la persona que los utiliza.
Por lo general, el término se emplea en plural: gafas. Es importante tener en cuenta que, en el lenguaje coloquial, gafas, anteojos y lentes son conceptos que se utilizan como sinónimos, aunque cada uno de ellos predomina en diferentes regiones de habla hispana.
Por ejemplo: “¿Dónde habré dejado mis gafas? Quiero leer el periódico y no las encuentro”, “Mi madre me regaló gafas de sol para mi cumpleaños”, “Quítate las gafas para jugar al fútbol: de lo contrario puedes lastimarte”.
Las gafas constan de un armazón o montura que sujeta a los lentes. El armazón dispone de dos patillas que se apoyan en las orejas y de un arco que se ubica sobre la nariz. De esta manera, los lentes quedan justo delante de los ojos del usuario, que así puede corregir defectos de su visión, como el astigmatismo o la miopía.
Los armazones de las gafas originalmente eran producidos en acero o hierro. Con el tiempo, los fabricantes comenzaron a utilizar resinas. En la actualidad, es habitual que se recurra a aleaciones de titanio o aluminio. En cuanto a los lentes, podemos encontrarlos fabricados con cristal, polímeros plásticos o policarbonato.
Más allá de las gafas cuyos lentes permiten la corrección de defectos de la visión, también existen otros tipos de gafas. Las gafas de sol presentan lentes oscuros para bloquear los rayos ultravioletas y proteger a los ojos de la luz solar. Además hay gafas de protección que se usan en determinados oficios e incluso en el ámbito del deporte.
Las gafas de sol son uno de los accesorios más comunes en épocas de calor, aunque en ciertas partes del mundo se usan a lo largo de todo el año. Se trata de un producto que resulta muy útil en verano para impedir que la luz del sol entorpezca nuestro desplazamiento por la vía pública, pero también sirve para proteger nuestros ojos cuando estamos al aire libre. Durante las vacaciones de verano en la playa, por ejemplo, la mayoría de la gente los usa.
La limpieza de las gafas es una actividad que toma tiempo aprender a dominar, especialmente porque al principio no es fácil dejarlas absolutamente libres de manchas y esto genera molestias que pueden derivar en dolores de cabeza o en una interferencia en un tratamiento. Existen varios productos diseñados específicamente para esta tarea, aunque también es posible llevarla a cabo prescindiendo de ellos.
Uno de los productos más comunes se comercializa en forma de espray, en pequeñas botellas cuyo contenido es un líquido que limpia los cristales de las gafas sin dejar residuos que puedan provocarles rayas. Por lo general, estos aerosoles se venden junto con paños de microfibra, ideales para esparcir el líquido y luego secar los cristales para un buen acabado.
Es importante no rociar demasiado líquido en las gafas, para evitar que se genere una «pasta». Encontrar el punto justo toma tiempo. También existe un producto que en lugar de un rociador consiste en una botella en cuyo pico hay una esponja que debemos humedecer para luego pasarla por cada uno de los lentes. El paso final siempre es secar las gafas con el paño de microfibra hasta que no se advierta ni una mancha.
Una alternativa a estos productos es usar agua del grifo y un jabón para las manos, aunque en zonas de mucha cal esto puede ocasionar marcas en los cristales.