Con origen etimológico en el francés héroïne, heroína es el nombre de una droga que se obtiene de la morfina. Se trata de un opioide con propiedades narcóticas (genera sopor y modifica la sensibilidad) y sedantes (provoca sueño y minimiza la excitación nerviosa).
Cabe destacar que la morfina es un alcaloide del opio que causa adicción. De la morfina deriva la heroína, un polvo blanco que produce dependencia física y psicológica y se emplea como droga recreativa.
La droga
El efecto de la heroína es muy intenso y rápido, ocasionando una depresión del sistema nervioso central. Por su elevado poder adictivo y por los daños asociados a su consumo, la heroína es señalada como una de las drogas más peligrosas y letales.
Es habitual que se administre a través de inyecciones intravenosas. Esto hace que los adictos, al compartir jeringas, corran el riesgo de contagiarse diversas enfermedades infecciosas. La heroína también puede inhalarse, fumarse o ser ingerida por vía oral.
Cuando una persona adicta a la heroína no consume por un periodo extenso, puede sufrir un síndrome de abstinencia. Esta reacción puede incluir desde dolores musculares y calambres hasta vómitos y convulsiones, pasando por alucinaciones y ataques de ansiedad.
Antiguamente la heroína era empleada para el tratamiento de la tuberculosis, ya que minimiza el reflejo de la tos. Hoy el clorhidrato de heroína se usa en algunas regiones como analgésico. La primera vez que se sintetizó la heroína fue a finales del 1800, y lo consiguió el químico inglés Charles Romley Alder Wright, acetilando clorhidrato de morfina. El nombre se lo dio Bayer para comercializarlo.
Una mujer destacada
Heroína, por otra parte, es la versión femenina de héroe. Una heroína es una mujer reconocida por su valentía, su abnegación y sus hazañas. Así como en la realidad el machismo lleva siglos intentando borrar las huellas de las heroínas, en la ficción es muy difícil encontrar personajes femeninos que asuman todas las responsabilidades más importantes, que muestren fuerza y determinación para hacer frente a sus obstáculos.
La sociedad nos acostumbró a creer que el rol de la mujer es el de una madre, una esposa, una enfermera, alguien que está siempre dispuesta a atender a los demás, a servir. Nos inculcaron por medio de un sinfín de obras que es el hombre el único capaz de luchar haciendo uso de su cuerpo, de enfrentar las adversidades con ferocidad para defender a los suyos, y que la mujer debe esperarlo en su casa con las vendas y la cena preparada. Pero afortunadamente este absurdo está quedando atrás gracias al incansable trabajo de muchas y muchos feministas.
El machismo se cuela en nuestra mente como un virus, y lo hace silenciosamente desde la infancia. No siempre se manifiesta por medio de actos, de violencia directa, sino también cuando nos sorprende ver a una mujer luchando en la guerra o a un enfermero, cuando asumimos que el ejército está compuesto por hombres a quienes echan de menos sus esposas y que las operaciones las realiza el doctor asistido por sus enfermeras. La heroína es una droga espantosa, pero el héroe es un hombre admirable.
La literatura siempre ha estado varios pasos por delante de otras formas de ficción, especialmente del cine y la televisión, pero estamos avanzando lentamente hacia una realidad menos desequilibrada. Hay cada vez más personajes femeninos protagónicos que asumen roles que en el pasado asociábamos únicamente con los hombres. En este aspecto, la industria del videojuego tiene un peso considerable, con series como Metroid, Tomb Raider y The Last of Us, donde las mujeres son luchadoras, inteligentes y, quizás más importante, libres.