Imposición, del latín impositio, es la acción y efecto de imponer o imponerse. Este verbo refiere a poner una obligación o una carga, infundir respeto o miedo, poner dinero a rédito o instruir a alguien en algo.
Una imposición, por lo tanto, puede ser la acción que intenta obligar a alguien a hacer algo. Para que alguien esté en condiciones de imponer algo a otra persona, debe contar con mayor fuerza, ya sea simbólica o física. Por ejemplo: “No quiero viajar al exterior en este momento, pero es una imposición de mi jefe”, “Un periodista no debe aceptar las imposiciones del poder de turno para informar”, “Con su imposición intentó desmoralizarme, pero no lo logró”.
La imposición como presión
El concepto de imposición, entendido como la presión ejercida por una o varias personas sobre otra u otras para perseguir un objetivo determinado, es un fenómeno que tiene lugar en muchos ámbitos de la vida, aunque no siempre seamos conscientes de ello. En primer lugar, es importante distinguir entre dos tipos básicos de imposición, que pueden ser llamados directa e indirecta, según los medios utilizados para hacerla efectiva y la relación que exista entre las partes involucradas.
En el primer grupo, es posible decir que una imposición directa ocurre cuando, por ejemplo, un padre obliga a sus hijos a comportarse de una determinada manera, a creer en su religión, a respetar aquello que él respeta, a casarse con alguien que él haya elegido o con una persona de una clase y género en particular o a estudiar una carrera y seguir un camino profesional determinado. Los casos recién mencionados representan un pequeño porcentaje de los más resonados, pero existen un gran número de situaciones de imposición por parte de los padres hacia sus hijos.
Por otro lado, se encuentra la imposición indirecta, que recibe este nombre por tratarse de uno o más mandatos que se transmiten a través de una cultura, de generación en generación, con ayuda de los medios de comunicación masivos o de entidades que se dedican a congregar gente en torno a una serie de ideales, entre otras posibilidades.
Existe un sinfín de imposiciones que parecen mezclarse con el propio oxígeno, como si pertenecieran a la naturaleza, como si se tratara de leyes incuestionables, aunque en realidad no sean más que caprichosos inventos del ser humano. Por citar un ejemplo, el machismo es una fuerza incalculable, que se mimetiza astutamente en la sociedad y busca convencernos de que las mujeres son el sexo débil, la homosexualidad es una enfermedad, los hombres deben sentir afinidad por los deportes y las mujeres deben desear ser madres y cumplir el rol de amas de casa.
Un tributo
Una imposición también puede ser un tributo, una obligación o una carga que se impone. En este sentido, los impuestos son imposiciones establecidas por el Estado.
“Tengo que cumplir con la imposición mensual o, de lo contrario, tendré problemas con el fisco”, “Las imposiciones están destruyendo a la industria agrícola” y “El intendente anunció una nueva imposición a los propietarios de bienes inmuebles” son frases que muestran este uso.
Imposición de manos
La imposición de manos, por otra parte, es una práctica frecuente en el ámbito de la religión, que permite que la acción de Dios llegue a una persona a través de las manos de un intermediario (como un sacerdote, un pastor, etc.).
En la Iglesia católica, la imposición de manos se usa para transmitir la gracia del Espíritu Santo a aquellas personas que reciben ciertos sacramentos. Los sacerdotes católicos apelan a la imposición de manos para bendecir, acompañando esta acción con oraciones.
El reiki también se basa en la imposición de manos. Sus practicantes afirman que, de esta manera, canalizan la energía vital universal.