El vocablo latio ingestio llegó a nuestro idioma como ingestión. Así se denomina al acto de ingerir: introducir medicamentos, líquidos o alimentos por la boca.
Por ejemplo: “Es importante destacar que la ingestión de alimentos en mal estado puede provocar diversos trastornos en el organismo”, “De acuerdo a los médicos, la infección podría haber sido causa por la ingestión de agua contaminada”, “El cantante fue hospitalizado horas después de su show por la excesiva ingestión de pastillas para dormir”.
El uso más habitual del concepto se vincula a introducir comidas y bebidas en el cuerpo como parte de la nutrición y de la hidratación. La ingestión supone que estos productos ingresan a la boca y luego pasan al aparato digestivo.
Tipos de ingestión
Existen dos tipos de ingestión: la ingestión macrofágica y la ingestión microfágica. La ingestión macrofágica implica ingerir piezas relativamente grandes, tal como hacen los animales que seleccionan activamente los alimentos. La ingestión microfágica, en cambio, supone la incorporación de piezas microscópicas, una práctica de parásitos y de diversos microorganismos.
Es frecuente que agentes patógenos ingresen al cuerpo a través de la ingestión. Esto se produce cuando se ingieren alimentos o líquidos contaminados. El cólera y la hepatitis A son algunas enfermedades que se transmiten de este modo.
Accidentes en niños
En ocasiones, la ingestión de elementos extraños provoca daños graves a la salud y hasta puede causar la muerte. Los niños muchas veces ingieren objetos pequeños y se atragantan (debido a un bloqueo de las vías respiratorias); los ancianos, en tanto, suelen confundirse pastillas o píldoras con otros elementos.
La mayoría de los casos de este tipo son accidentales, tanto en niños como en adultos, y la causa principal es el desconocimiento o la falta de atención. Cuando la víctima es un menor de edad, son sus tutores quienes deben asumir la responsabilidad de no haber mantenido el objeto que ingirió fuera de su alcance.
El rango de edades en el cual se produce la mayor cantidad de casos de ingestión accidental va desde el momento en el que el niño comienza a gatear hasta los tres años. Esto se debe a que es precisamente en esa fase de su desarrollo que el ser humano presenta un comportamiento menos predecible y ordenado, ya que cada segundo supone el aprendizaje de un nuevo concepto, el contacto con una nueva textura, el descubrimiento de una nueva forma. Basta con descuidarlo un segundo para que se lleve un objeto pequeño a la boca y, en el peor de los casos, lo trague.
Del total de accidentes, alrededor de un 80 por ciento se resuelven de forma espontánea, un 19 por ciento requieren la práctica de una endoscopia y el 1 por ciento restante acaban en cirugía para la extracción del objeto extraño. La ingestión de la pila de botón, en cuya composición hay metales pesados, es un caso especial porque puede perjudicar el organismo de tres maneras diferentes: necrosis de la mucosa digestiva a causa del contenido tóxico que se libera en ella (óxido de plata, mercurio, litio, zinc y, de forma eventual, hidróxido potásico o sódico), quemaduras eléctricas y presión.
El estómago es la parte del cuerpo en la cual los médicos encuentran los objetos ingeridos accidentalmente con mayor frecuencia. En segundo lugar se halla el esófago, específicamente en el tercio medio. Por último está el intestino delgado. La gravedad es variable en cada caso particular, ya que en parte depende del tipo de objeto.
Ingestión e ingesta
Un término que a menudo se utiliza como sinónimo de ingestión es ingesta, el cual la RAE reconoce de esta manera en la segunda de sus acepciones.
Sin embargo, en la primera lo define como una dieta, o sea como una serie de sustancias que ingiere un ser vivo.