El vocablo latino inhibitio se convirtió, en castellano, en inhibición. El concepto alude al acto y el resultado de inhibirse o inhibir.
El verbo inhibir, por su parte, refiere a impedir, obstaculizar o trabar algo, como una actividad o el ejercicio de una facultad. De este modo, la idea de inhibición tiene varias acepciones.
Inhibición en el derecho
En el terreno del derecho, se conoce como inhibición a la prohibición a un sujeto de gravar o vender el conjunto de sus bienes. La persona inhibida, por lo tanto, no puede disponer libremente de sus propiedades.
Un juez tiene la potestad de decidir la inhibición general de bienes de un individuo como medida cautelar, a fin de asegurar que el sujeto en cuestión pague sus deudas. Quien está inhibido tiene que abonar lo adeudado para estar en condiciones de solicitar el levantamiento de la inhibición.
El concepto en la biología
Para la medicina, la inhibición es la suspensión temporal de una actividad o de una función del organismo. Esto se logra a través de un estímulo determinado.
La inhibición enzimática, por ejemplo, disminuye la actividad de las enzimas. Este efecto puede ser buscado para solucionar un desequilibrio metabólico o para eliminar un patógeno. A las moléculas que inhiben a las enzimas se las denomina inhibidores enzimáticos.
Inhibición como represión
La represión de una conducta o de una acción también recibe el nombre de inhibición.
En este contexto, la inhibición supone dejar de actuar: «Los jóvenes dejaron de lado las inhibiciones y comenzaron a besarse en público», «La modelo se mostró con su nuevo novio sin inhibiciones», «Apenas llegó al barrio, su inhibición era notoria, pero luego se fue soltando y se adaptó».
Disminución del deseo sexual
Por otro lado existe un fenómeno que se conoce con el nombre de inhibición del deseo sexual, el cual se define como una disminución anómala del deseo de mantener relaciones sexuales, ya sea con la propia pareja o en general. Los profesionales de la terapia sexual señalan que ésta es la razón principal por la cual sus pacientes se acercan a sus consultas.
La pregunta que se hace la mayoría es por qué tiene lugar esta inhibición. Pues bien, las causas son varias: puede ocurrir por un cuadro de depresión, por el estrés, como resultado de una fuerte discusión con la pareja, o bien por la pérdida de interés en la relación. Los cambios hormonales también pueden influir en el deseo sexual, algo que se ve a menudo durante la menopausia o el embarazo.
Las causas recién mencionadas son tan sólo algunas de las más comunes, ya que en cada caso el cuadro puede ser muy diferente. Por ejemplo, ciertas dificultades para mantener relaciones sexuales puede llevar al individuo a perder el deseo para evitar el malestar. Para los especialistas no siempre es fácil saber si se encuentran ante este trastorno. En primer lugar, es necesario recordar que no todas las personas entienden la sexualidad de la misma manera, ni sienten las mismas necesidades.
Una de las razones por las cuales las parejas llegan a atravesar esta clase de inhibición es la diferencia entre sus expectativas relacionadas con la práctica del coito: ya sea la forma o la frecuencia, cuando el deseo erótico no se compagina de manera adecuada suele disminuir la actividad y, en muchos casos, el deseo sexual.
Dentro de este marco puede suceder que una de las dos personas de la pareja quiera tener relaciones sexuales con mucha más frecuencia que la otra y que esto provoque un malestar emocional que derive precisamente en la pérdida del deseo para evitar el conflicto. Si no se trata la inhibición sexual a tiempo, es posible que aparezcan terceras personas, y que la infidelidad destruya el lazo.