El adjetivo inmobiliario refiere a aquello perteneciente o relativo a las cosas inmuebles. Un inmueble, por su parte, es un bien que se encuentra unido a un terreno de modo inseparable, tanto física como jurídicamente. Los edificios y las parcelas son bienes inmuebles.
Por ejemplo: “El gobierno anunció que ha autorizado un emprendimiento inmobiliario en las playas del sur”, “Estoy muy contento: nos han otorgado un crédito inmobiliario para construir una nueva casa”, “La oferta inmobiliaria de este barrio es muy variada y se pueden encontrar desde casas antiguas hasta propiedades a estrenar”.
Qué es una inmobiliaria
Como sustantivo, una inmobiliaria es una empresa dedicada a la construcción, la venta, el alquiler y la administración de viviendas. Cada inmobiliaria puede realizar todas estas actividades o sólo algunas (como limitarse a la venta y el alquiler de las propiedades): “Mañana tenemos que ir a la inmobiliaria a firmar el contrato de alquiler”, “El encargado de la inmobiliaria dijo que pasará mañana por la casa para tasarla”, “Ya hemos visitado cuatro inmobiliarias y aún no hemos encontrado ninguna vivienda acorde a nuestras necesidades”.
La inmobiliaria, por lo general, dispone de un local donde los interesados en los inmuebles pueden acercarse tanto para consultar la oferta de viviendas en alquiler o en venta, como para ofrecer sus propias casas. La inmobiliaria se encarga de promocionar las propuestas y realizar las gestiones correspondientes para acercar a las partes, cobrando comisiones por eso.
Veamos el funcionamiento del negocio. Un hombre solicita a una inmobiliaria que gestione el alquiler de una casa de su propiedad. La inmobiliaria publica un aviso en un diario y una familia se acerca dispuesta a alquilar la casa. Al concretarse la operación, la inmobiliaria cobra un porcentaje del contrato al dueño de la casa y otro a quien la alquila.
Burbuja global
El concepto de burbuja inmobiliaria global hace referencia al avance de los precios de los inmuebles que tuvo lugar en gran parte de los países industrializados de occidente entre mediados de la década de 1980 y el año 2006. Dicho aumento superaba ampliamente en proporción el que sufrieron los demás bienes y servicios y provocó una inevitable fractura generacional, ya que la vivienda es un bien básico para cualquier ser humano.
El aumento explosivo de los precios en el ámbito de la inmobiliaria tuvo lugar en dos períodos: el primero ocurrió en la segunda mitad de la década de los 80; el segundo, en la primera mitad de la década de 2000. Algunos de los organismos oficiales cuyos informes reflejan dicha situación son la Reserva Federal Americana y la OCDE.
En Alemania la situación fue diferente debido a los costes de la Reunificación alemana (los cambios de orden político y social que tuvieron lugar entre 1989 y 1990, que terminaron cuando la antigua República Democrática Alemana y la República Federal Alemana se unificaron). Japón fue otro de los países industrializados que vivió la burbuja inmobiliaria con ciertas particularidades, especialmente por su extraordinaria alza inicial, que dio lugar a un estallido más temprano.
La industria inmobiliaria y la economía
Los desastres que se desprendieron de la burbuja inmobiliaria fueron mayores de lo necesario gracias a que los medios de comunicación especializados y los expertos de relevancia para el mundo de la economía tardaron demasiado en informar de la situación, y tergiversaron los datos para no comunicar con total claridad la situación que se vivía en realidad.
Si bien la forma y la intensidad con la que cada país fue afectado por la burbuja inmobiliaria fue diferente, los siguientes la vivieron en los mismos dos períodos que se indican en párrafos anteriores, por lo cual es posible decir que sufrieron el mismo fenómeno: Australia, Dinamarca, Bélgica, Grecia, Francia, Irlanda, Holanda, Italia, Noruega, Portugal, España, Suecia, Nueva Zelanda, Sudáfrica, Estados Unidos y Gran Bretaña.