La etimología de lenguaje nos lleva al vocablo occitano lenguatge. El concepto alude a la capacidad de expresión y comunicación que tienen las personas mediante la articulación de sonidos o del uso de algún otro sistema de signos.
Informal, en tanto, es aquello que no se corresponde con lo convencional o que no respeta reglas, requisitos ni formas. La idea también puede asociarse a la ausencia de solemnidad o seriedad.
Se llama lenguaje informal a aquel que se emplea cotidianamente en entornos donde existe una cercanía afectiva con los interlocutores o donde no hay una diferencia jerárquica. En las conversaciones diarias con familiares y amigos, por ejemplo, se utiliza este tipo de lenguaje.
Principales características del lenguaje informal
El lenguaje informal es coloquial: distendido, no se ata a esquemas rígidos. Se usa en contextos de familiaridad, a diferencia de lo que ocurre con el lenguaje formal que se pone en práctica en un ámbito protocolar o que requiere de la exteriorización de la responsabilidad y el respeto.
La simpleza de sus estructuras, el empleo de muletillas y la falta de observación de la precisión son algunos de los rasgos del lenguaje informal. Por lo general, la informalidad aparece en el lenguaje oral y no en el escrito, aunque esto puede variar.
Elección según el contexto
Es importante tener en cuenta que la elección del tipo de lenguaje depende de la situación comunicativa. Una misma lengua se adapta a las circunstancias para cumplir su función con eficiencia.
Si hay confianza y se acepta una relajación de los modelos de cortesía, se utiliza el lenguaje informal. Esa aceptación está implícita y se construye socialmente. En el lenguaje informal, por otra parte, se registra una cierta complicidad entre los hablantes.
El lenguaje formal, en cambio, se desarrolla cuando hay distancia emocional entre emisores y receptores o cuando el entorno demanda rigurosidad y acatar determinadas convenciones.
Dos amigos que se juntan en un bar a tomar un café se comunicarán mediante el lenguaje informal. En cambio, un empleado que debe plantearle un asunto laboral a su jefe recurrirá al lenguaje formal.
Por supuesto, una misma persona puede utilizar tanto el lenguaje informal como el formal a lo largo del día. Un médico usa el lenguaje formal al informar el estado de un paciente, pero luego conversa con su esposa apelando al lenguaje informal.
Inconvenientes con el lenguaje informal
Aunque muchas veces puede facilitar la comunicación, el lenguaje informal se vuelve inconveniente en algunos casos. Esto se debe a que, en ocasiones, la precisión y la rigurosidad son imprescindibles.
Retomando el ejemplo del médico, si está hablando en el consultorio con un paciente y debe indicarle cómo ingerir una medicación, no puede comentarle “Tome unas cuantas de estas pastillas durante varios días”. La situación amerita el uso de un lenguaje más formal, explicando de manera exacta la posología y la extensión del tratamiento.
Las convenciones sociales también hacen que el lenguaje informal sea inapropiado. Si el presidente de una nación recibe a un ciudadano en su despacho, se espera que el invitado respete pautas y normas para dirigirse a la máxima autoridad del país.