El leninismo es una doctrina impulsada por el revolucionario ruso Vladimir Ilich Uliánov, conocido como Lenin (1870–1924). Se trata de una adaptación del marxismo que se llevó a cabo para instaurar la revolución soviética.
Base en el marxismo
Para comprender qué es el leninismo, por lo tanto, primero resulta imprescindible hacer alusión al marxismo, el modelo basado en el pensamiento filosófico de Karl Marx (1818-1883). La crítica al capitalismo, la idea de lucha de clases y el impulso del comunismo son los pilares del marxismo.
Lenin partió de ideas del marxismo y las adoptó, tanto a nivel teórico como práctico: el resultado es lo que se denomina leninismo. El líder bolchevique tuvo en cuenta las cuestiones del capitalismo que, a comienzos del siglo XX, habían cambiado respecto a lo analizado por Marx más atrás en el tiempo.
El leninismo, de este modo, propuso que los obreros más conscientes sobre su situación de explotación se asociasen en un Partido Comunista. Este partido político tendría la responsabilidad de organizar la lucha y promover la revolución, evitando el simple reformismo que estaba destinado al fracaso.
El Partido Comunista, para el leninismo, se constituía como una vanguardia. Su finalidad era favorecer la revolución proletaria para destruir al Estado capitalista. Una vez alcanzado el objetivo, llegaba el momento de la dictadura del proletariado, con los trabajadores controlando el poder político mediante los soviets.
Revolución rusa
La historia muestra que el leninismo fue el sustento de la llamada Revolución rusa, que posibilitó la caída del régimen zarista en 1917 y la creación de la República Socialista Federativa Soviética de Rusia. Esta nación luego se convertiría en el elemento más importante de la Unión de República Socialistas Soviéticas, cuya existencia se extendió entre 1922 y 1991.
Si bien se habla de la Revolución rusa, es importante entender que en sí no se trató de un solo evento sino de al menos tres, que se extendieron desde el 8 de marzo del año 1917, con la primera revolución, hasta el 16 de junio de 1923, cuando concluyó la Guerra Civil. Cuando concluyó la primera etapa, el régimen zarista imperial fue derrocado se instauró el leninista republicano. Todo comenzó con la llamada Revolución de febrero, que tuvo lugar en marzo de acuerdo con el calendario gregoriano pero Rusia usaba el juliano.
El foco principal de esta revolución fue la antigua ciudad de Petrogrado, que hoy en día conocemos por el nombre de San Petersburgo. Ante el descontrol que supuso tal suceso, el control de la nación pasó a estar en manos del parlamento imperial, y de este modo se creó el Gobierno provisional. Nikolái Aleksándrovich Románov (también conocido como Nicolás II), el último emperador, abdicó. Incluso el ejército ruso declaró no estar preparado para hacer frente a la revolución.
Ya en la Revolución de octubre, el partido dirigido por Lenin, los soldados y los trabajadores consiguieron derrocar al gobierno provisional, y así nació el denominado Sovnarkom. El leninismo se hizo con el control de diversos ministerios y en 1918 se firmó el Tratado de Brest-Litovsk, según el cual Rusia renunció a Polonia, Livonia, Lituania, Besarabia, Finlandia, Estonia, Curlandia y Ucrania.
El leninismo posrevolucionario
Después de la Revolución, tanto el estalinismo como el trotskismo se convirtieron en las filosofías más importantes de comunismo en Rusia que exhibía una clara influencia ideológica del leninismo. Lenin luchó hasta sus últimos días contra la excesiva influencia que el estalinismo tenía en el Partido Comunista y en las cuestiones burocráticas.
Una de las razones de tal proceder fue que Stalin gozaba de un poder administrativo colosal. Fue por temor a que lo usara en detrimento de su pueblo que se alió con Leon Trotsky para destituirlo. En favor de los grupos étnicos y nacionales del derrocado Imperio, Lenin también defendió su derecho de autodeterminación.