Se califica como metrosexual al hombre que dedica mucho tiempo al cuidado de su estética.
La palabra metrosexual aún no forma parte del diccionario de la Real Academia Española (RAE). Su uso, de todas formas, es cada vez más frecuente.
Metrosexual es un adjetivo que hace referencia al hombre que se preocupa por su imagen y que tiene ciertos gustos y costumbres generalmente asociados a la mujer (por ejemplo, la utilización de cosméticos, la atracción por la ropa o el interés en la estética personal).
TemasSurgimiento del término metrosexual
El término incluye el prefijo metro (de metrópoli), ya que esta tendencia se desarrolló en el ámbito urbano y de las grandes ciudades. El concepto fue propuesto por el periodista y escritor Mark Simpson en 1994 para definir a un nuevo tipo de hombre.
Podría decirse que un metrosexual es un hombre que vive en una ciudad, está al tanto de las últimas tendencias de la moda, invierte mucho dinero en ropa, cuida su piel con cremas cosméticas y acude a la manicura. Es importante destacar que la metrosexualidad no está vinculada a la preferencia sexual: los metrosexuales pueden ser heterosexuales, homosexuales o bisexuales.
El hombre metrosexual busca gustarse a sí mismo; por eso, invierte tiempo y dinero en su apariencia estética. A diferencia de lo que podía ocurrir en épocas pasadas, no oculta su comportamiento, sino que lo manifiesta de forma pública.
Los metrosexuales están muy interesados en su imagen.
Rompiendo estereotipos
La metrosexualidad, por lo tanto, rompe con el estereotipo del hombre rústico que intenta resaltar su masculinidad. Por el contrario, el metrosexual no teme mostrar su lado femenino, una decisión que, en ciertas sociedades, genera rechazo y burlas públicas. El futbolista inglés David Beckham suele ser considerado como un símbolo de los metrosexuales.
Resulta necesario señalar que la homosexualidad no está directamente ligada a la adopción de costumbres y características de la personalidad del género opuesto. Siempre que se habla de la metrosexualidad se aclara que no ésta no guarda relación con el gusto por personas del mismo sexo; dado que ambos conceptos son absolutamente independientes, dicha salvedad carece de validez. Un hombre es homosexual si se siente atraído principalmente por otros hombres; al margen de sus relaciones sexuales, puede ser desordenado, descuidar su higiene personal, disfrutar del fútbol y de las carreras de coches, de los videojuegos y de la lucha libre.
No es raro encontrarse con hombres homosexuales que se comporten de forma mucho más masculina que los heterosexuales que lo rodean. Del mismo modo, una mujer homosexual puede adorar las cuestiones estéticas, la moda, los perfumes y los complementos, las películas de amor y la música de Michael Bublé. Es más probable encontrarse con una madre de tres hijos destruida por su vida de ama de casa, con el cabello corto por falta de tiempo para cuidárselo, con ropa deportiva que heredó de su hijo mayor y con un cutis que haya sido humectado por última vez quince años atrás, que con una lesbiana de actitud masculina.
Los metrosexuales y el modelo dominante de belleza
Con respecto al modelo de hombre atractivo de la sociedad actual, es curioso que la tendencia apunte a jóvenes menores de veinte años, de cuerpos menudos y poco o ningún vello facial, muy preocupados por su aspecto físico y por su vestimenta. El éxito de Justin Bieber es un claro ejemplo de las diferencias entre el concepto de masculinidad actual y el que predominaba cuando Frank Sinatra era el mito erótico de la juventud.
El cine y la televisión de los últimos tiempos ha transformado a los personajes rudos que en otra época habrían sido Rambo y Terminator en exponentes de estética y perfección, sacrificando su credibilidad en pos de un estilo artificial, que cada vez diferencia menos a los actores de modelos generados por ordenador. En este caso, muchos actores que en su vida personal no se preocupan por su aspecto físico al punto de la obsesión, se ven forzados a representar a auténticos maniquíes vivientes.
