El adjetivo milésima, o milésimo, proviene del vocablo latino millesĭmus. La primera acepción que menciona la Real Academia Española (RAE) en su diccionario alude a aquello que, en orden, aparece después del noningentésimo nonagésimo noveno.
La milésima edición de algo, por lo tanto, es la número 1000. Se trata de la edición posterior a la noningentésima nonagésima novena (la 999).
Cuando el adjetivo se aplica a una parte, refiere a una de las mil partes idénticas en las cuales se realiza la división de un todo. En este sentido el término también puede emplearse como sustantivo.
Se llama milisegundo a la milésima parte de un segundo. Es decir: si dividimos 1 segundo en mil partes, cada uno de dichos fragmentos es una milésima (un milisegundo).
Las milésimas de segundo son porciones temporales extremadamente breves. En el lenguaje coloquial, la noción suele usarse de manera simbólica para referirse a lo que resulta muy rápido. Por ejemplo: “Cuando me propusieron sumarme a este equipo, no lo dudé ni una milésima de segundo”, “El joven terminó de cruzar la vía y, algunas milésimas después, el tren pasó a toda velocidad”, “Durante unas milésimas de segundo no comprendí lo que ocurría hasta que me di cuenta de lo que estaba sucediendo…”.
El uso de las milésimas de segundo es relevante en muchos deportes. En el terreno del automovilismo, una milésima puede definir al ganador de una competencia. Tomemos el caso de la clasificación a un gran premio de Fórmula 1: el corredor que completa un giro al circuito en el menor tiempo, larga en primer lugar. Si el piloto X realizó una vuelta en 1:35.497 y el piloto Y lo hizo en 1:35.498, el piloto X se quedó con el primer puesto por apenas una milésima.
El concepto de milésima también se relaciona con los números decimales. En el ámbito de las matemáticas, se conoce como número decimal a aquél que se representa por medio de una parte entera y una fraccionaria, separadas por una coma o, en otros países, por un punto. Cuando no podemos expresar una cantidad haciendo uso de un número entero, recurrimos a los decimales; esto es muy común en el ámbito del mercado, donde los precios suelen incluir una parte que puede pagarse en billetes (la entera) y otra que exige monedas (la fraccionaria).
Para leer y escribir los números decimales, en primer lugar debemos considerar la parte entera, como podemos apreciar en el siguiente ejemplo: 2,6 puede leerse «dos coma seis». Si bien en este caso la coma se lee por su nombre, no siempre ocurre lo mismo; en el caso de los precios, se reemplaza por la palabra «con»: «Este televisor cuesta 499,95 (cuatrocientos noventa y nueve con noventa y cinco». Otra diferencia que podemos notar entre los números en general y los precios es que en estos últimos podemos escribir una parte fraccionaria de un solo dígito pero leerla como si fuera una decena, si sabemos que hace referencia a una cantidad en monedas que sea múltiplo de diez: 4,9 se lee «cuatro con noventa».
Ahora bien, las unidades decimales se consiguen tras la división de un entero, es decir, del número 1, en partes iguales. Si la cantidad de partes es diez, se habla de décimas; si es cien, de centésimas; si es mil, de milésimas. Si retomamos los ejemplos antes expuestos y deseamos escribir «una milésima de segundo» de forma técnica, debemos hacerlo mediante la siguiente expresión: 0,001 segundo.
Cuando dividimos un número entero en mil partes, obtenemos un resultado con coma y seguido de tres cifras, una por cada cero del número 1000. En la escuela primaria, los docentes suelen explicarles a los niños que el 1 se mueve hacia la derecha «un espacio por cada cero», y de esta manera es fácil recordar las décimas, las centésimas y las milésimas.