La no discriminación es un principio que apunta a darle a todos los seres humanos, independientemente de su nacionalidad, credo, estilo de vida, año de nacimiento, género y otras variables, dignidad e igualdad de derechos.
Se trata de un derecho humano esencial que tendría que hacerse valer en cualquier rincón del planeta. La equidad, la justicia, el respeto, la tolerancia y la empatía resultan indispensables para conseguir una convivencia armoniosa y agradable entre todos los habitantes de la Tierra.
Acciones a favor de la no discriminación
Más allá del rol de cada Estado en la organización de una sociedad en la cual se integre a cada ciudadano y se contemplen las necesidades o particularidades de todos los sectores de la población, a nivel individual es posible e importante llevar a cabo acciones a favor de la no discriminación.
Con buena educación familiar a edad temprana y criando personas de bien con valores y hábitos positivos son muchas las chances de ir construyendo un futuro esperanzador. Resulta constructivo intercambiar opiniones con sujetos de distintas generaciones y reflexionar acerca de qué implica en la práctica tolerar, acompañar e incluir al prójimo, por proponer algunas acciones a modo de referencia.
Fomentar, desde el discurso y con el propio ejemplo, la solidaridad y la empatía contribuye a transformar para bien a la comunidad. Ya es hora, incluso, de ponerle fin a los prejuicios y liberarse de estereotipos y etiquetas.
Aunque, lamentablemente, en la actualidad la violencia siga destruyendo millones de vidas, hay que seguir trabajando con el objetivo de ayudar y contener a aquellos que precisan una mano amiga y promover, en todo momento, la paz, el diálogo y el perdón. Las guerras, las persecuciones en nombre de la fe, el avasallamiento que sufren las comunidades indígenas y las dificultades que atraviesan los refugiados, entre muchas otras problemáticas mundiales, son cuestiones a erradicar con urgencia.
Si bien a nivel internacional se evidencian avances y, en líneas generales, se advierte una mentalidad más abierta y liberal que se acompaña con un fuerte activismo, todavía hay varios derechos y objetivos por conquistar. Un cambio social considerable se refleja en países en los cuales se ha aprobado el matrimonio igualitario y/o la adopción por parte de parejas del mismo sexo, pero el camino hacia la verdadera igualdad es extenso y exige más acciones, medidas y políticas inclusivas.
Tipos de discriminación
Desafortunadamente existen numerosos tipos de discriminación y constantes actos repudiables que, como primera opción, hay que intentar prevenir. De no poder evitarse las acciones marcadas por el odio, la intolerancia, el fanatismo o el rechazo entonces hay que aplicar sanciones, combatir las maniobras dañinas y, de manera simultánea, resguardar y asistir a las víctimas.
El género, la orientación sexual, la edad, la raza, la etnia, la religión y la nacionalidad suelen ser tomados como «excusas» o «justificativos» de burla, ataques y segregación. Nunca, bajo ninguna circunstancia, deben aceptarse, naturalizarse ni permitirse el acoso, el bullying, los insultos o descalificaciones ni otras manifestaciones de discriminación: hay que seguir generando espacios de concientización orientados a extender el respeto por la diversidad y las conductas o comportamientos benévolos. Asimismo, se necesitan más recursos y soluciones a disposición de minorías y personas que padecen hostigamientos, abuso doméstico, violencia de género u otras problemáticas similares.
Es urgente que gobernantes, referentes o líderes de relevancia mundial, militantes de causas relacionadas con la justicia social y gente común dejemos de lado las diferencias y comprendamos que, siempre y cuando no se atente contra el bienestar de otros seres, hay que dejar que cada uno viva libre y en paz. La transfobia, la homofobia, el sexismo, la xenofobia y el racismo son expresiones de odio, hostilidad y de no aceptación (o rechazo) hacia aquellos que, desde una mirada intransigente y prejuiciosa, son «distintos» o «inferiores».
Accesibilidad, inclusión y no discriminación
En un mundo justo, ningún individuo tendría que estar reclamando que no se vulneren sus derechos ni existirían entidades destinadas a ser la voz de las minorías y marginados sociales. Todos debiéramos involucrarnos y cooperar a favor de la accesibilidad, la inclusión y la no discriminación.
Si no hay en la vía pública rampas en estado óptimo, si la lengua de señas no se enseña en establecimientos educativos y está ausente en medios de comunicación y si el sistema braille no se emplea a nivel masivo, por ejemplo, entonces seguirán los obstáculos para aquellos que presentan una discapacidad.
Hay que invertir en educación, campañas de concientización y políticas públicas para que niñas, niños, hombres y mujeres no deban esconderse, resignarse a sobrevivir en la miseria, padecer injusticias, vivir con miedo ni resignar derechos por tener una edad determinada, ser de cierta clase social, no haber tenido el privilegio de estudiar, autopercibirse de cierta manera, etc.
Es importante, al mismo tiempo, dar garantías para que existan realmente tanto la libertad de expresión como las leyes anti-discriminación, así como es imperioso instalar definitivamente un modelo de bienestar social que gire en torno a la verdadera equidad e igualdad de género.