Una norma moral es una regla que una comunidad utiliza para definir qué es lo correcto, bueno o apropiado. Estos preceptos surgen a partir de los valores y los principios que comparten los integrantes una sociedad de acuerdo a las tradiciones.
Las normas morales no son coercitivas en un sentido jurídico: esto quiere decir que incumplirlas no acarrea un castigo por parte de una autoridad del Estado. Por eso los individuos pueden respetarlas o no según su propia voluntad sin que se produzca una sanción legal.
Cómo surge una norma moral
Una norma moral surge por consenso en el seno de un grupo humano. Su establecimiento se produce cuando los miembros de una comunidad, partiendo de una identidad compartida, acuerdan tácitamente qué consideran adecuado y qué, por el contrario, es inaceptable.
Estas normas regulan la conducta de las personas en la sociedad. Si bien no están directamente asociadas al ordenamiento jurídico y por lo tanto no pueden imponer una pena judicial, su violación puede provocar una condena social: el infractor, de este modo, puede ser criticado o hasta apartado del conjunto.
Es importante tener en cuenta que puede entenderse la moral como la doctrina que apunta a la regulación de la conducta respecto a lo bueno y lo malo. De esta forma, surge la obligación moral de actuar o no actuar, asumiendo la responsabilidad de las consecuencias de las acciones.
La ética, en este marco, se compone de las normas morales que guían el comportamiento de un individuo. Apelando a lo que dicta su conciencia, la persona desarrolla una conducta conforme a su ética y, por extensión, al código de conducta determinado por la moral de su cultura.
Su relación con el derecho
Las normas morales suelen guardar una relación con el derecho, aunque no directa o lineal. Se entiende por derecho al conjunto de los preceptos que se basan en ideas de orden y de justicia, cuyo cumplimiento se puede imponer de forma coactiva; la moral, en cambio, no es coercitiva.
Sin embargo, muchas veces la legislación recoge tradiciones y costumbres de la población, con lo cual la ley se inspira o se basa en normas morales. Esto puede apreciarse con claridad en aquellos actos que son inmorales y que, simultáneamente, constituyen un delito.
Ejercer violencia contra un niño, cometer un acto de corrupción y promover el racismo son acciones que incumplen las normas morales y, a su vez, son punibles legalmente. Así, aquel que comete estas faltas puede ser tanto rechazado por sus vecinos como condenado por el Poder Judicial.
En otros casos, la conducta solo es inmoral, sin implicar un delito. Si un hombre compra chocolates y se apura a comerlos antes de llegar a su casa para no compartirlos con su esposa y sus hijos, violará una norma moral debido a su egoísmo pero no estará en falta con la Justicia.
A nivel general, quien no tiene compasión ni empatía, se comporta sin generosidad y carece de altruismo, es un sujeto que no acata las normas morales. Se trata de alguien que no muestra interés por el bien común y que evidencia un desinterés por el sufrimiento ajeno. Esta actitud, de todos modos, puede no causar la violación de una norma de justicia.
Las normas morales en distintas culturas
Las normas morales difieren según la cultura. Hay conductas que son avaladas en un pueblo y rechazadas en otro; incluso, una acción socialmente aceptable en una comunidad puede ser castigada como un delito en un lugar distinto.
Tomemos el caso de la homosexualidad. En muchas sociedades occidentales, las relacionales homosexuales son aceptadas y está instaurado el casamiento entre personas del mismo sexo, mientras que la homofobia y la discriminación por la elección sexual son rechazadas por gran parte de la gente.
En países como Arabia Saudita e Irán, por el contrario, la homosexualidad no solo incumple las normas morales sino que hasta es un delito castigado con la pena de muerte.
Como se puede advertir, una misma acción puede generar diferentes respuestas sociales. Si dos hombres se besan en una calle de Uruguay, por mencionar una posibilidad, lo más probable es que no sufran ningún tipo de reprimenda. Pero si esos dos hombres llevan a cabo dicha manifestación de afecto en una calle iraní, es posible que sean reprendidos por quienes lo rodean y condenados por las autoridades.
El vínculo con la religión
Las normas morales suelen confundirse, en ocasiones, con las normas religiosas. Esto se debe a que la religión, al igual que la moral, también establece cómo hay que actuar.
La diferencia radica en el punto de partida de las normas. Cuando se trata de la moral, la construcción de lo bueno y lo malo se hace socialmente según las consecuencias de las acciones sobre los individuos y sobre el conjunto.
Las normas religiosas, si bien consideran esos aspectos, nacen de los mandatos divinos. Lo correcto y lo condenable es aquello que estableció la divinidad y que interpretaron (e interpretan) las autoridades religiosas, los profetas u otras figuras.
La soberbia, la lujuria, la avaricia, la envidia y la pereza, por ejemplo, son pecados capitales para la religión católica. Por eso los pecadores reciben una sanción o castigo. No obstante, las conductas con esos vicios también violan normas morales.