El vocablo latino novius, procedente de novus (es decir, “nuevo”), llegó al castellano como novio o novia. Así se denomina a la persona que se encuentra en una relación sentimental con otra.
Mujer en pareja
Ese vínculo recibe el nombre de noviazgo. Tradicionalmente se entendía que era una etapa previa al matrimonio, aunque en la actualidad se acepta que el noviazgo no tiene por qué derivar en el casamiento.
La versión femenina de la noción (novia) refiere a la mujer que está en pareja. Si la novia se casa, pierde su denominación y pasa a ser mencionada como esposa.
El casamiento puede ser una ceremonia civil o un ritual religioso. En el segundo caso, está asociado a diferentes costumbres y prácticas, muchas de las cuales tienen a la novia como protagonista.
Vestido de novia
El vestido de novia, en este marco, es la prenda que usa la mujer al casarse. En el cristianismo, suele ser un vestido de color blanco o de una tonalidad pastel. La novia además lleva diversos accesorios, como el velo, el tocado y el ramo.
En otras culturas y religiones, el vestido de novia puede llegar a ser muy diferente, tanto en su forma como en su color y sus materiales. De hecho, dependiendo del caso, puede existir la tradición de que lo elaboren las propias mujeres con ayuda de sus familiares. La importancia que recibe esta prenda es considerable, y no sólo en personas tradicionales: no olvidemos que los gustos no están ligados a la orientación sexual ni a las creencias religiosas.
La ostentación se cuela en muchas bodas, sobre todo en las de las parejas más adineradas y con una cierta notoriedad social, y uno de los aspectos que más se exhiben es el vestido de novia. Nada genera más atracción en este contexto, aunque en palabras simples se trate de una prenda de vestir. Su diseñador, sus materiales, su exclusividad e incluso su peso pueden ser material de innumerables noticias durante días.
Heteronormatividad
Si bien cada año el mundo abre un poco más su mente para aceptar la diversidad, todavía al día de hoy es común pensar en la heterosexualidad como la norma: si alguien oye que una chica está «de novia», probablemente se pregunte «quién es el novio». Algo similar ocurre cuando los adultos les preguntan a los niños pequeños si tienen novio/novia: probablemente casi nadie contemple la posibilidad de que sean homosexuales, de manera que la pregunta es por el sexo opuesto al del interlocutor.
Esto se enmarca en el concepto de heteronormatividad, que se define como la idea de que la sociedad debe ser heterosexual, que esta orientación sexual es la «preferida». También anula la validez de cualquier género que escape a la dupla masculino-femenino, derribando cualquier intento de aceptar múltiples posibilidades que vayan más allá de las imposiciones o la asignación de la naturaleza. Sobra decir que la homofobia y la transfobia son dos de las lamentables consecuencias de esta forma cerrada de interpretar la realidad.
Casos conocidos
Tomemos el caso de Jennifer Aniston y Brad Pitt. En 1998, Aniston se convirtió en la novia de Pitt (y Pitt, obviamente, en el novio de Aniston). Dos años más tarde se casaron, con lo cual estos actores dejaron de ser novios para transformarse en un matrimonio. En 2005, finalmente, la pareja decidió divorciarse.
Cabe resaltar, por otra parte, que muchas películas llevan la palabra novia en su título. Una de ellas es “Corpse Bride”, conocida en nuestro idioma como “El cadáver de la novia” o “La novia cadáver”. Contó con dirección de Tim Burton y se estrenó en 2005.
“La novia de Chucky”, “La novia de Frankenstein”, “El hijo de la novia” y “La familia de novia” son otros filmes titulados con este concepto.