Omnisciente es un adjetivo que permite nombrar al que tiene omnisciencia, es decir, que conoce toda la realidad e incluso aquello que entra en el campo de lo posible. El término está formado por dos vocablos latinos que significan “que conoce todo”.
La definición del concepto permite inferir que Dios es el único ser omnisciente. Los seres humanos no son capaces de conocer todas las cosas ya que dicha facultad excede a la propia condición humana. Por eso, cuando se dice que una persona es omnisciente, se hace referencia a que dispone de saberes de muchas disciplinas o ciencias.
Puede distinguirse entre dos tipos de omnisciencia: la omnisciencia total, que consiste en saber todo aquello que se puede realizar (tanto lo real como lo potencial), y la omnisciencia inherente, que es la facultad de conocer todo lo que se puede y se desea.
Las contradicciones de un Dios omnisciente
El ateísmo se basa en el concepto de omnisciencia para señalar algunas de las contradicciones implícitas en las creencias católica, dejando en evidencia situaciones imposibles de resolver aun si dotamos a Dios de poderes ilimitados.
Por otra parte, si Dios fuera omnisciente, el libre albedrío no existiría ya que Dios sabría todo antes de que sucediera y, por lo tanto, los seres humanos estarían sometidos a la predestinación. Esto representa una de las mayores contradicciones de la religión cristiana.
Un tipo de narrador
En la literatura, la omnisciencia se utiliza para explicar los eventuales papeles que puede asumir el que cuenta la historia en un relato. El narrador omnisciente suele aparecer en tercera persona y está en condiciones de describir lo que sienten o piensan los personajes o de explicar lo que hay de fondo de los acontecimientos, sin titubear.
Este modo de escritura suele ser el más escogido por los autores, precisamente porque les permite tener un gran control sobre la historia, pudiendo presentar el mundo de la ficción de forma amplia, dando datos a los lectores que con otro tipo de narrador no sería posible.
Además del tipo recién descripto, existen el narrador:
- Observador: sólo puede mostrar lo que percibe a través de sus sentidos. Este narrador, suele ser un personaje de la historia o alguien que la ve desde afuera;
- Protagonista: la historia puede estar escrita en primera persona (una autobiografía ficticia o real) o en segunda persona (el protagonista narra la historia como si hablara consigo mismo).
Cómo debe ser un relator omnisciente
Hay muchas opiniones opuestas con respecto a cómo debe ser un narrador omnisciente y cómo no debe ser. Algunas personas aseguran que dicho relator debe ser absolutamente objetivo, es decir que el autor no puede objetar nada que haga referencia a sus ideas o pensamientos. Otros prefieren ser un poco menos estrictos y entender que a veces es necesario realizar determinadas aclaraciones, aunque se salgan de lo establecido por la narratología. Lo cierto es que si bien existen reglas, lo mejor es entender cuándo conviene hacer dichas acotaciones y cuándo no.
Es necesario tener en claro ciertos conceptos relacionados con la construcción de un narrador; por ejemplo, en un relato donde éste sea omnisciente, la aparición de ciertos elementos subjetivos puede desentonar con el resto de la obra. En otros casos, dichos recursos pueden ser usados para ampliar el texto y llevarlo a otra dimensión, permitiendo que el lector se identifique de forma más comprometida con la historia.
Por último cabe mencionar que si se ha escogido a un narrador omnisciente es porque en el fondo se desea establecer un contacto profundo con el lector, dándole la oportunidad de que se sumerja en nuestra historia. Por ello, lo mejor es entender a fondo la línea narrativa y saber emplear la subjetividad cuando sea estrictamente necesario.