El verbo orear proviene del vocablo latino aura, que puede traducirse como “aire”. Se trata de la acción que se lleva a cabo con la intención de que algo esté en contacto con el aire para quitarle el olor o la humedad.
Por ejemplo: “Voy a orear la toalla para que se seque”, “Creo que es necesario orear mis zapatos”, “Primero hay que orear las hojas y luego, cuando ya se secaron, triturarlas con un molinillo”.
Es habitual que el acto de orear se lleve a cabo en el terreno de la gastronomía con diversas materias primas. La elaboración de pastas, por mencionar un caso, requiere orear las preparaciones. También se pueden orear ciertas carnes para que queden crujientes. En el caso de los animales que se sacrifican para usarlos en la elaboración de comida, orear puede definirse como dejarlos colgados al aire durante un tiempo antes de cocinarlos.
Si bien el significado básico de la palabra orear también se aplica en esta técnica de la cocina, ya que en un principio podemos decir que la carne se deja en un espacio abierto, donde el viento la refresque, en muchos casos esto requiere la realización de un corte bien definido, con reglas que exigen una atención casi milimétrica también a la forma en la que se debe adobar.
En otras palabras, orear carne no consiste simplemente en ponerla al aire para que se refresque, sino que comienza por cortarla de una manera determinada, adobarla y esperar a que el sol, el viento y el humo se combinen con los pasos previos para obtener un resultado particular, que para quienes transfieren las recetas de generación en generación debe cumplir una serie de requisitos que hacen al estándar del sabor, la jugosidad, la ternura y el aspecto del producto.
Tomando como referencia la región de los Santanderes, en Colombia, la carne oreada es un plato muy característico, que se sirve con un acompañamiento de yuca, la cual se cultiva únicamente en las tierras cercanas. Esta técnica es de conservación y a la vez de elaboración, y lleva en culturas como la santandereana desde hace varios siglos. Cabe señalar que en la actualidad no es tan popular, sino que resulta difícil dar con personas que aún la practiquen.
Orear, en definitiva, equivale a ventilar o a airear. Cuando se dice que es necesario orear un ambiente, se está haciendo referencia a abrir una ventana o puerta para permitir que el aire ingrese en él. Gracias a esto, se puede reducir el nivel de humedad y se minimiza el riesgo de aparición de hongos y otros microorganismos.
Esto último es muy importante, ya que la acción de orear por lo general se asocia simplemente a dejar ventilar los ambientes o las cosas para que mejore su olor, pero no podemos dejar de resaltar la necesidad de hacerlo para evitar o reducir la formación de estos microorganismos que pueden resultar extremadamente perjudiciales para la salud. Las personas con problemas de respiración, como ser quienes sufren asma, son especialmente sensibles a las habitaciones mal ventiladas y a la humedad, pero nadie puede llevar una vida sana en tales condiciones.
En ocasiones, orear tiene un uso simbólico. Un actor que, en una entrevista televisiva, se encarga de orear las miserias de sus compañeros de trabajo, hace públicos los defectos de sus colegas. Un tenista que se toma unos minutos para orear sus títulos en una conferencia de prensa, en tanto, saca a relucir sus logros.
En Costa Rica, por último, se llama orear a la búsqueda artesanal de oro en un río. Este es un trabajo eminentemente manual que se realiza con la ayuda de ciertos utensilios e implementos.