Partitura es un concepto de relevancia y aplicación artística ya que identifica al texto correspondiente a una pieza musical. Este material, que puede estar impreso o escrito a mano en papel o disponible en formato digital, se rige por un lenguaje particular que señala cómo debe ser interpretada la composición en función de los instrumentos intervinientes.
A fin de poder comprender y respetar con precisión las indicaciones que cada compositor plasma en cada partitura es esencial instruirse previamente sobre notación musical y tener nociones sobre la duración, la frecuencia y otros rasgos de las notas o figuras musicales.
Abunda, por fortuna, la información sobre los tipos de partituras, las características de cada variedad y las herramientas tecnológicas al servicio de la creación, la interpretación y el análisis de estas representaciones gráficas que dan las pautas de una composición. Por esa razón, a continuación compartiremos datos útiles al respecto y resaltaremos, a modo de introducción al tema, que en la era moderna hay programas gratuitos que hacen más sencillo y ágil el proceso de creación y notación musical.
Componentes de una partitura
Existe una serie de elementos fundamentales que componen a toda partitura y que se necesitan conocer desde el primer momento.
Uno de ellos es el pentagrama, es decir, el soporte (o renglones) donde se organiza la escritura musical. Consta de cinco líneas equidistantes (separadas entre sí por espacios idénticos) cuya disposición es horizontal y con orientación paralela.
En él aparece cada signo y nota musical que considere el compositor (o la compositora). La clave musical, por su parte, aparece al inicio del pentagrama para dar cuenta de la altura elegida para la obra en cuestión. Ejemplos de ella son tanto la clave de sol (destinada, por lo general, a simbolizar sonidos agudos) como la clave de fa (reservada a sonidos graves).
En el pentagrama se incluyen, asimismo, signos que indican la pausa o el silencio (y cuánto debe extenderse eso) que hay que hacer a medida que avanza la pieza musical. La intención de este recurso es marcar una separación de las partes que nutren a la composición y permitir que el ejecutor o cantante respire o descanse.
Para modificar la altura o entonación, por último, se requiere saber qué, cómo y cuáles son las alteraciones. Si bien las más frecuentes son el becuadro, el bemol y el sostenido, a lo largo de la Historia se han admitido, además, representaciones como el doble sostenido y el bemol y medio.
Tampoco hay que pasar por alto al signo conocido como ligadura, el cual, de acuerdo a dónde se ubique, su duración y a qué clase de notas abarque, puede considerarse un signo de fraseo musical, un signo de articulación o un signo de prolongación.
Expresión y dinámica
La estructura rítmica de una composición se marca en la partitura mediante el compás. Según se detalla en el diccionario de la Real Academia Española (RAE), en el rubro musical esta palabra posee múltiples acepciones. Identifica, por un lado, al signo que estipula el ritmo parcial o total de cada obra y los niveles de valor que surgen entre sonidos. Es, de igual modo, el espacio de los pentagramas donde se asientan las notas que corresponden a un compás, limitándose en los respectivos lados gracias a una raya de orientación vertical. También es la cadencia o el ritmo propio de un trabajo musical y el movimiento manual que se efectúa para acentuar cada compás. Ejemplos y variedades: compás de nueve por ocho (cuya duración se asigna a un total de nueve corcheas), compás de dos por cuatro (aquel que presenta una duración atribuida a un par de negras).
Los signos de articulación son otros elementos infaltables en las partituras. De acuerdo a la elección de cada compositor, se contemplan entre las opciones al staccato (indicador de una nota acortada en relación a su valor original y que se separa de la nota posterior mediante un silencio) y al tenuto (para especificar que un acorde o una nota se debe ejecutar en su duración completa o superior, que se tiene que interpretar con más fuerza o que se elige separar a una nota de las siguientes con una pausa breve).
La graduación de cada grado o nivel de tempo o intensidad del sonido, por sumar otro dato enriquecedor, se advierte a través del matiz. Hay, en este contexto, matices dinámicos (piano, mezzoforte, forte, etc) que se segmentan en las categorías de dinámica de grados y dinámica de transición (como se clasifican al crescendo y al decrescendo, entre otros), así como matices de tempo o agógicos (entre los iniciales de tempo se pueden señalar al allegro y al adagio, mientras que a lo largo de una composición suele apelarse a matices como el de acelerando o ritardando).
Otra cuestión que conviene tener presente es la importancia que posee la repetición para la estructura o forma musical. De querer escribir música de manera adecuada o leer correctamente una partitura hay que aprender, también, sobre signos de repetición como lo son el da capo, el dal segno, etc.