La noción de preinscripción se utiliza para aludir al acto y el resultado de preinscribir. Este verbo (preinscribir), a su vez, refiere a una solicitud de admisión a una institución antes de la presentación de la petición formal.
Es importante tener en cuenta que la inscripción es un paso imprescindible para realizar ciertas actividades o para participar de determinados eventos. Esto proceso implica registrar datos personales y aportar diversas informaciones.
En algunos casos, antes de la inscripción existe otra etapa: la preinscripción. Esta instancia previa a la inscripción es un requisito que puede ayudar a la organización o que funciona a modo de filtro.
Tomemos el caso de una maratón que se llevará a cabo un 15 de octubre. Los organizadores establecen que los interesados en participar deben completar la preinscripción por Internet antes del 10 de octubre, llenando un formulario digital. La inscripción, en tanto, tiene que confirmarse de manera presencial el mismo día de la carrera, hasta una hora antes de la largada. Esto quiere decir que aquel que no completó la preinscripción en la Web no puede inscribirse formalmente.
Supongamos, por otra parte, que un gobierno anuncia la construcción de viviendas sociales destinadas a familias con dificultades económicas. Las autoridades abren una preinscripción para aquellos grupos que pretenden acceder a las propiedades. Entre todos los postulantes, el gobierno selecciona a un centenar de acuerdo a diversos criterios. Así, los elegidos son habilitados a completar la inscripción al programa de vivienda.
En algunos servicios digitales, por último, la preinscripción supone ingresar el nombre y una dirección de correo electrónico en un sistema. Luego llega un enlace a dicha cuenta de email que permite al usuario acceder a otra etapa del procedimiento y así efectivizar su inscripción o registro.
Todo esto nos permite advertir más de una utilidad del proceso de preinscripción, y la razón por la cual es tan necesario en algunos contextos. El rasgo más importante de este paso es la garantía de seguridad para una o todas las partes involucradas: al exigir la superación de una capa extra se abren las puertas a la verificación de la identidad y a la aplicación de diferentes filtros para que el resultado sea más fiable y preciso.
Si retomamos el ejemplo de la maratón podemos observar un caso bastante particular en el cual este concepto resulta especialmente útil: dado que la inscripción se completa de forma presencial, una vez que los interesados llegan al lugar del evento y siguen los últimos pasos para confirmar sus participación, la preinscripción tiene la función de limitar el número de interesados en un primer momento para que no vayan demasiadas personas, pero también permite que aquéllas que no hayan podido preinscribirse tengan la posibilidad de encontrar alguna plaza vacante el día de la maratón si falla alguien.
Sin este paso de preinscripción podría darse el siguiente caso, tomando como referencia un envento cuya capacidad máxima son cincuenta personas: se completa el proceso de inscripción pero el día del evento se presentan solamente cuarenta; como ya no existe la posibilidad de admitir nuevos participantes, se desperdician diez plazas que seguramente habría aprovechado alguien.
En un programa de construcción de viviendas, la preinscripción no es más que una formalidad, que bien podría llamarse «inscripción», pero reduce las expectativas de los interesados porque les recuerda que no accederán a los beneficios hasta que el gobierno haya aprobado su solicitud. Cuando se trata de un trámite digital que consiste en el relleno de un formulario, la recepción de un mensaje en la casilla de correo electrónico y la confirmación del alta, la preinscripción permite al sistema reducir el riesgo de inscripciones automáticas hechas por robots.