Del latín praesentatio, presentación es la acción y efecto de presentar o presentarse (hacer manifestación de algo o dárselo a alguien, proponer, introducir a alguien o algo). Por ejemplo: «Doscientos periodistas asistieron a la presentación del nuevo iPhone, que contó con la participación de Steve Jobs», «Esta tarde tengo una presentación de la empresa en un hotel céntrico», «Tras la presentación de rigor, el entrenador y el nuevo refuerzo del equipo comenzaron a conversar sobre los objetivos compartidos».
Puede afirmarse que la presentación es un proceso que permite exhibir el contenido de un tema ante una audiencia. Se trata de ofrecer información o hacerla pública a través de un discurso, textos, imágenes, vídeos, grabaciones de audio o componentes multimedia.
Cómo desarrollar una buena presentación
Para muchos profesionales, realizar una presentación pública representa un gran desafío; si bien es indispensable contar con dotes de orador, existen diversos consejos que pueden ayudar a cualquier persona a conseguir mejores resultados a la hora de encarar una exposición:
* mantenerse de pie: siempre que las características de la sala lo permitan, un presentador que permanece de pie de principio a fin inspira más confianza en su público, le demuestra que el tema es tan importante que está dispuesto a invertir todas sus energías en él. Además, dada la libertad de moverse por el escenario, es posible reaccionar de manera más efectiva ante la respuesta de la audiencia, así como disminuir las probabilidades de aburrimiento;
* contacto visual con la audiencia: si bien muchos profesionales recomiendan fijar la vista en un punto lejano para evitar distracciones, no existe nada más satisfactorio para el público que sentirse parte de un evento. Cuando el presentador se toma la deferencia de establecer contacto visual con varios de sus oyentes, les transmite su respeto por ellos, les da a entender que la presentación va dirigida a ellos y que no se trata de una simple repetición de datos previamente memorizados;
* conocer en profundidad el contenido: previamente a la presentación de un tema, es indispensable sumergirse en él, poder defenderlo sin necesidad de estudiar un discurso. Independientemente de la afinidad que uno sienta naturalmente por el contenido, debe autoconvencerse de su validez y de su importancia para luego poder transmitirlas al público. Además, siempre es bueno estar preparado para las potenciales preguntas espontáneas, cuyas respuestas generalmente no se encuentran en el libreto;
* enviar mensajes claros: cuando se busca mostrar un producto o servicio a una audiencia por primera vez, es importante enfocarse en los puntos fundamentales y dejar los detalles para futuras presentaciones. El exceso de información es contraproducente, dado que confunde al público, lo cual puede resultar en un fracaso muy difícil de revertir;
* valerse de anécdotas: sin necesidad de recurrir al humor, la narración de historias de carácter cotidiano puede ser muy útil para romper momentáneamente con los tecnicismos y atraer a la audiencia, presentándole un terreno más conocido. Por ejemplo, si se intenta describir la revolucionaria interfaz de un programa informático, resulta más amigable comenzar diciendo «siempre me pregunté si existía la posibilidad de volver nuestro sistema más amigable», que simplemente detallando sus características.
Otras acepciones del concepto
La presentación también es el aspecto exterior o fachada de algo: «El profesor me felicitó por el contenido del trabajo, aunque me dijo que la presentación era pobre», «La comida es exquisita y la presentación de los platos parece una obra de arte», «La presentación de los chocolates incluye una caja de madera pintada a mano».
En el ámbito de la medicina, la presentación es la forma farmacéutica de los medicamentos. Jarabe, cápsula, inyección y gotas son algunas de las presentaciones existentes: «Te recomiendo tomar Biclozón en cualquiera de sus presentaciones: jarabe o pastillas».