El pretérito perfecto es un tiempo verbal de nuestro idioma que permite aludir a una acción realizada en el pasado. Existen dos tipos de pretérito perfecto: el pretérito perfecto simple y el pretérito perfecto compuesto.
Pretérito perfecto simple
El pretérito perfecto simple se utiliza cuando el acto en cuestión se ubica en un momento previo a la expresión. En estos casos, la actividad se considera ya finalizada y no tiene un vínculo necesario con el presente.
Por ejemplo: “Anteayer almorcé con Rodrigo en un restaurante del centro”. Como se puede apreciar, el hablante señala una acción que tuvo lugar en el pasado (“anteayer”), recurriendo al pretérito perfecto simple para la conjugación del verbo (“almorcé”). Ese almuerzo no continúa, sino que concluyó.
Otros ejemplos de pretérito perfecto simple: “El policía disparó sin dudar”, “El anciano escribió su testamento en unos pocos minutos y se lo entregó al abogado”, “Ya salí de la ducha”.
Pretérito perfecto compuesto
El pretérito perfecto compuesto, en tanto, coloca la acción en un instante previo al presente, pero en un periodo que aún no ha acabado. La actividad, en este marco, mantiene una relación con el periodo temporal de la actualidad.
Con el pretérito perfecto compuesto, en definitiva, se indica que todavía hay una influencia de la acción realizada. La construcción de estas expresiones se realiza con el verbo auxiliar haber más el participio del verbo. El verbo haber se conjuga de la siguiente manera: he, has, ha, hemos, habéis / han, han. El participio no depende de la persona ni del número, de manera que existe una sola opción para cada verbo.
“He gritado mucho en el juego” es un ejemplo de pretérito perfecto compuesto. El sujeto comenta que algún tiempo atrás forzó su voz (“he gritado”), con lo cual podría estar sugiriendo la posible causa de una disfonía. De hecho, podemos asumir que su interlocutor le preguntó por qué su voz sonaba de esa manera, y que fue recién entonces que le ofreció una explicación. Diferente sería decir «Grité mucho en el juego del 78», algo distante en el pasado, que probablemente no haya dejado rastros en el tiempo.
Este lazo que tiene el pretérito perfecto compuesto con el presente no sólo permite imprimir matices diferentes en nuestro discurso, sino que suele dar lugar a conversaciones diferentes a las del pretérito perfecto simple. Como mencionamos en el párrafo anterior, no es raro que se use para dar una explicación, la haya pedido o no el interlocutor. «¿Por qué no puedes concentrarte? -Es que no he dormido bien, lo siento…», «No creo que me pueda poner este traje porque he comido demasiado», «Sí, lo he leído, pero no lo he entendido bien».
Su uso
Como ocurre con otras cuestiones técnicas del lenguaje, en el habla cotidiana no siempre se respetan las reglas antes expuestas. Para ser más precisos, el uso de los tiempos verbales es diferente en cada país, y a veces en sus respectivas regiones. A grandes rasgos, podemos decir que en Argentina es más común el uso del pretérito perfecto simple para describir cualquier acción o situación del pasado, mientras que en España ocurre lo contrario, los hablantes recurren al compuesto incluso para oraciones que describan sucesos muy antiguos.
Pero esto no es cierto en todos los ciudadanos de estos dos países, ya que también en sus respectivas provincias y ciudades el uso puede variar. De todos modos, debemos aclarar que esta diferencia en el uso de los tiempos pretéritos no acarrea una imposibilidad de comprensión entre argentinos y españoles. La razón de que puedan entenderse se debe principalmente a la falta de herramientas técnicas que tenemos para hablar nuestra propia lengua, ya que la aprendemos de forma «natural».