Una riada es una crecida de un curso de agua que provoca que éste alcance un flujo muy superior al habitual. Por ese motivo, el lecho puede incluso no ser capaz de contener el agua, una particularidad que deriva en una inundación.
La riada, que también se conoce como avenida de agua, puede tener diferentes orígenes. El más frecuente es la persistencia de precipitaciones que lleva al desborde del lecho de agua. La riada además puede producirse por el deshielo o por la rotura de algún tipo de contención.
Tipos de riada
Tomando en cuenta cuan variables son las riadas en el tiempo es posible diferenciar los siguientes dos tipos fundamentales:
- Periódicas: por lo general, no provocan daños. De hecho, pueden causar beneficios, como ocurría con las del Nilo antes de que construyeran la presa de Asuán, ya que allí eran un elemento fundamental de la fertilidad del valle.
- Excepcionales: surgen de fuertes precipitaciones en la cuenca o en parte de la misma y resulta difícil preverlas, razón por la cual es necesario monitorizar la zona constantemente. A diferencia de las periódicas, suelen dañar los asentamientos, tanto de forma material como económica.
De acuerdo a su pico, su corriente y su volumen, las riadas se califican de diferentes formas. Aquellas de mayor corriente y volumen y con el pico más alto son las potencialmente más peligrosas, ya que el agua puede provocar graves daños a su paso.
Fenómenos mortales
A lo largo de la historia se registraron numerosas riadas mortales. En noviembre de 2013, en Cerdeña, el ciclón Cleopatra provocó varias riadas que causaron 18 víctimas fatales.
En la antigüedad también se produjeron riadas de consecuencias muy graves. En 1626, el río Tormes desbordó y generó importantes problemas en la localidad española de Salamanca. Los historiadores afirman que en dicha riada, conocida como riada de San Policarpo, murieron más de 150 personas y quedaron destruidos numerosos edificios de la ciudad.
Unos siglos más tarde se produjo, también en España, la riada de 1907, una terrible inundación que azotó la ciudad de Málaga por la madrugada del 24 de septiembre. En esa misma década habían tenido lugar otras tres, después de poco más de doscientos años sin este tipo de catástrofe. Una de las causas de la riada fue la tala excesiva de los bosques para cultivar la vid, ya que esto dejó la ciudad desprotegida frente a las fuertes precipitaciones. Además, una plaga de filoxera (un parásito de la vid) fue también un factor decisivo que llevó a abandonar los campos de cultivo.
La riada de 1907 no fue precedida por una tormenta en la propia ciudad, sino que una avalancha de barro y agua llegó desde la cuenca del río costero llamado Guadalmedina, donde habían tenido lugar trombas de agua considerables. Poco después de la madrugada, el coloso de agua arrasó con todo lo que encontró a su paso, incluyendo los puentes de La Aurora, Santo Domingo y el del ferrocarril; el único que se mantuvo en pie fue el de Tetuán. Entre las zonas bajas que se inundaron en poco tiempo se encuentran los barrios La Trinidad y El Perchel.
En esta catástrofe se contaron 21 víctimas mortales y decenas de heridos. La inundación alcanzó los cinco metros de altura y ciertos testigos aseguraron que las montañas de barro permitían entrar en las viviendas vecinas a través de sus balcones. Dado el volumen de los daños provocados en la ciudad, fueron necesarios dos meses para completar las tareas de limpieza. El coste de las pérdidas materiales ascendió a los cinco millones y medio de pesetas, tomando en cuenta el valor que tenían en esa época.
Obra teatral «La riada»
“La riada”, por último, es el título de una obra teatral escrita por Julia Maura.
Su estreno tuvo lugar el 23 de abril de 1956 en Madrid, con la dirección de Claudio de la Torre.