Sarampión es una noción que tiene su origen etimológico en la palabra latina sirimpĭo. Se trata de una enfermedad que se caracteriza por la aparición de manchas en la piel. De carácter contagioso, esta afección provoca tos, estornudos, fiebre y enrojecimiento en los ojos.
El sarampión genera el desarrollo de exantema (una erupción que surge de manera súbita). Por eso esta enfermedad comparte ciertas características con la varicela y la rubéola, por ejemplo.
Causas del sarampión
La causa del sarampión es un virus, que generalmente ingresa al organismo a través de las vías respiratorias. La persona incuba la enfermedad sin síntomas durante un periodo que puede extenderse entre cuatro y doce días.
Una vez que los síntomas se hacen presentes y se desarrolla el sarpullido, el individuo puede contagiar el sarampión hasta unos cinco días después.
Los síntomas
Para diagnosticar el sarampión, los médicos suelen tener en cuenta la aparición de estos síntomas junto a la persistencia de fiebre durante tres o más días. Si la persona presenta las denominadas manchas de Koplik, por otro lado, la enfermedad también se puede diagnosticar. Otra opción es apelar a un análisis de laboratorio.
La aparición de la erupción en la piel, el signo más visible del sarampión, tiene lugar aproximadamente entre el tercero y el quinto día luego de los primeros síntomas, y las manchas pueden durar hasta una semana. Aunque esto no siempre es así, lo normal es que la erupción comience en la cabeza y luego se desplace hacia abajo, por todo el cuerpo. En algunas personas se presenta como una decoloración en zonas llanas (denominadas máculas), mientras que en otras, las manchas se encuentran en pequeñas protuberancias rojas (las pápulas).
El prurito es otro de los síntomas típicos de esta enfermedad, así como la fotofobia (sensibilidad anómala a la luz), el dolor en los músculos, la rinorrea (la excesiva emisión de líquido por las fosas nasales, en general a causa de un incremento en la secreción de mucosidad) y el dolor de garganta. En resumen, se trata de un trastorno de escasa gravedad pero que genera grandes molestias, en especial si aparece durante épocas de calor, ya que el reposo se vuelve más difícil.
Vacuna contra el sarampión
El sarampión puede transmitirse vía contacto directo o mediante las gotas de fluidos que esparce el enfermo cuando habla, estornuda o tose. Aunque la enfermedad puede prevenirse con una vacuna, no hay un tratamiento concreto para el trastorno una vez que se desarrolla.
Es importante resaltar la efectividad de la vacuna contra el sarampión, y a que es el método más efectivo para prevenir su aparición; de hecho, no recibirla pone a la persona en un riesgo muy alto de contraerla. Por otro lado, también resulta efectivo el consumo de inmunoglobulina en un plazo no superior a seis días después de haberse expuesto al virus para reducir el riesgo de contagio, o bien para que su efecto no sea tan severo.
Posibles tratamientos
Por lo general el sarampión no acarrea grandes complicaciones para la salud y suele curarse con reposo. También ayudan ciertos productos, como el paracetamol, y prácticas como las vaporizaciones, todo con el simple objetivo de volver más tolerables los síntomas. En algunos casos, sobre todo en adultos, puede complicarse con el desarrollo de encefalitis o de neumonía.
Ante la presencia de los síntomas antes mencionados, se recomienda visitar al médico para saber exactamente cómo proceder, especialmente si los pacientes son niños, ya que ellos pueden requerir un refuerzo de vitamina A con suma urgencia. Entre las pruebas y los exámenes más comunes para evaluar un posible caso de sarampión se encuentra el cultivo viral y la serología (se estudia una muestra de sangre para detectar la presencia de anticuerpos en el organismo).