El concepto de serafín deriva del latín tardío serăphim, a su vez procedente del hebreo serafĭm. El término se emplea en el catolicismo para nombrar a una clase de seres celestiales.
Espíritus angélicos
Los serafines son espíritus angélicos que componen el primer coro. En conjunto con los tronos y con los querubines, los serafines forman la primera jerarquía, contemplando a Dios de forma directa.
Antes de avanzar, es importante mencionar que un coro es un conjunto de espíritus que dan lugar a un orden. Los órdenes, en tanto, son categorías o jerarquías.
Según la teología, los serafines rodean a Dios y lo alaban de manera constante, exaltando su gloria. La iconografía se encarga de representarlos como seres con alas.
Las alas del serafín
Específicamente, los serafines son representados con tres pares de alas. Un par de alas tapa sus pies como símbolo de humildad; otro cubre su rostro debido a que, por su belleza inmensa, solamente Dios puede admirarlos; y el tercer par de alas, finalmente, es aquel que les permite volar.
Este detalle de la apariencia de los serafines es dado por Isaías en la Biblia. Isaías afirma que, al ser llamado por Dios en una visión, lo vio en su trono con seres alados a su alrededor, a los cuales denominó serafines.
Real Orden de los Serafines
En este caso, encontramos el término en un ámbito diferente, para dar nombre a una orden de caballería procedente de Suecia. Esta institución que se apoyaba en la estructura de las órdenes militares de Tierra Santa, fue creada por Federico I, un rey sueco que gobernó en el siglo XVIII y que también creó otras dos órdenes: la de la Espada y la de la Estrella Polar. Desde el año 1975, cuando éstas fueron reorganizadas, la de los Serafines solamente se concede a los miembros de la realeza sueca y a los jefes de Estado extranjeros.
La Orden de los Serafines, cuya importancia la ubica por encima de todas las demás en su país, cuenta con una sola clase, que en los hombres es la de caballero, mientras que para las mujeres se reserva el término miembro. Se incluye en el grupo de las llamadas Órdenes de su Majestad el Rey, donde están también las otras dos y la de Vasa, la cual instituyó Gustavo III cuando fue coronado, en el año 1772.
Con respecto a su insignia, sus integrantes la llevan en un colgante o en una banda que rodea el pecho desde el hombro derecho. El primero se fabrica en oro, exhibe once serafines y once cruces patriarcales (esta últimas recubiertas en esmalte de color azul). Su insignia es la Cruz de Malta, donde se combinan el dorado, el azul y el blanco. En la estrella, los serafines y las cruces son plateadas, no tienen esmalte y no está presente la corona. La banda, por otra parte, se elabora en un azul claro, que evoca el carácter celestial de los serafines.
La ceremonia de investidura de la Orden de los Serafines se hacía con una frecuencia anual, en la Cámara de Serafines que se encuentra en el Palacio. Por lo general, tenía lugar el día siguiente del primer domingo de Adviento, aunque la recepción se hacía el 28 de abril, en honor al cumpleaños de su fundador. Entre ambas fechas, los miembros solamente podían lucir la estrella.
Como nombre propio
Serafín, por último, es un nombre masculino que, si bien actualmente no es demasiado popular, se utiliza en España y en varios países latinoamericanos. El poeta salvadoreño Serafín Quiteño, el exjugador de rugby argentino Serafín Dengra y el político español Serafín Huder son algunas personalidades que se llaman de este modo.