Se califica como sistemático a aquello que respeta o se adapta a un sistema: un conjunto ordenado o estructurado de principios o elementos que se relacionan entre sí. El término proviene del latín tardío systematĭcus, a su vez derivado del griego systēmatikós.
Es importante no confundir sistemático con sistémico. Lo sistémico es lo vinculado a la totalidad de un sistema: por lo tanto, la noción se emplea en contraste con lo local.
Diferencias entre sistemático y sistémico
Si la intención es aludir a un factor que tiene incidencia sobre un sistema en su conjunto, hay que usar el concepto de sistémico. Cuando se pretende referir a lo que sigue un sistema o se reitera con asiduidad, en cambio, se debe apelar a sistemático.
Supongamos que alguien quiere hacer mención a la problemática de la corrupción que se extiende por todas las ramas del Estado. En este caso, habría que indicar que la corrupción es un “problema sistémico” del Estado, y no un “problema sistemático”. Por el contrario, si un periodista deportivo pretende destacar que un equipo de fútbol recurre con frecuencia a los centros como movimiento de ataque, deberá expresar que se trata de un “recurso sistemático” (no un “recurso sistémico”).
En biología
En su versión en femenino (sistemática), la idea aparece en el terreno de la biología para denominar a la especialidad dedicada a la clasificación de las especies según su filogenia, es decir, su historia evolutiva. En otras palabras, su foco es el estudio de la diversidad desde la descripción y para su interpretación. No olvidemos que en este ámbito, la especie es la unidad básica de la que partimos para clasificar a los seres vivos.
Entendemos por especie a un grupo de seres en el cual cualquiera de sus integrantes es capaz de producir descendencia por medio de la reproducción. Para designar las especies se usa la nomenclatura de Linneo, la cual requiere dos términos, que se escriben en cursiva: el primero de ellos siempre corresponde a su género y lleva mayúscula inicial; el segundo, en cambio, se escribe completamente en minúsculas y hace referencia directamente a la especie. Un ejemplo de este sistema es Atelerix albiventris, nombre del también conocido como erizo de vientre blanco.
Entre las escuelas sistemáticas más importantes podemos destacar la sistemática evolutiva, cuyos personajes más relevantes fueron J. Huxley, G. G. Simpson y E. Mayr. Fue la primera en plantear una manera formal de reconstruir filogenias para su representación como clasificaciones. Se apoya en cuatro criterios fundamentales: el nicho adaptativo, la monofilia mínima, la riqueza en especies y la discrepancia morfológica. Más allá de la filogenia, esta escuela se apoya en otros criterios a la hora de elaborar sus clasificaciones, entre los que se encuentran la radiación adaptativa y el hueco morfológico.
También podemos mencionar la sistemática cladista, que se relaciona con el trabajo de Willi Hennig, un entomólogo alemán que a mediados del siglo XX propuso métodos para la clasificación de los árboles. Fueron varios los autores que apoyaron sus investigaciones, en especial luego de que fueran traducidas al inglés. El concepto principal de esta escuela es la monofilia: un grupo que comprenda su especie ancestral y a la totalidad de sus descendientes se considera monofilético.
La idea en el plano individual
Aplicado a un individuo, sistemático se asocia a proceder de acuerdo a principios y a mantener determinadas pautas de conducta o hábitos. Por ejemplo: “Rubén es un hombre sistemático, que siempre respeta los horarios a rajatabla”, “Debería ser más sistemático pero, por mucho que lo intente, no lo consigo”.