Tarta es un término de nuestra lengua que procede del vocablo francés tarte. El concepto suele emplearse con referencia a un pastel de tamaño grande que puede ser dulce o salado y que se rellena con diversos ingredientes.
Por ejemplo: «Esta noche vamos a comer tarta de espinaca y queso», «Voy a ir a la panadería a comprar una tarta de frutillas para llevar a la casa de Liliana», «Le pedí a Clara que prepare una tarta de ricota: siempre le queda muy rica».
Distintos tipos de tartas
Es importante tener en cuenta que la noción puede aludir a diferentes preparaciones, que comparten ciertas características pero que no son iguales. A nivel general, puede decirse que la tarta tiene una base de masa que se cocina al horno. De acuerdo a los ingredientes, puede servir como plato principal (salado), postre (dulce) o para las meriendas.
Cuando la tarta es dulce, en algunos países se la denomina torta o pastel, más allá de que también pueden establecerse diferencias entre ambos vocablos. Las tartas dulces pueden elaborarse con frutas, chocolate, crema (nata) u otros elementos.
Muchas veces la tarta o torta se emplea como parte de una celebración: la tarta de bodas, la tarta de cumpleaños, etc.
Como plato principal, la tarta puede ofrecerse abierta (es decir, con el relleno a la vista) o cerrada (se dobla la masa o se coloca una especie de tapa, también hecha con masa). Las tartas de este tipo pueden realizarse con queso, espinaca, acelga, jamón, atún, calabaza o pollo, entre otros ingredientes.
Una amplia variedad
Hablar de platos de comida siempre acarrea un sinfín de versiones de una misma receta, que se desarrollan por múltiples razones, siendo el efecto «teléfono descompuesto» una de las principales. Así como la paella puede realizarse de muchas formas diferentes, todas ellas oficializadas en sus respectivas regiones, lo mismo ocurre con las tartas. En este caso, se suma a la confusión el hecho de que este término pueda representar un postre o un plato salado, con o sin tapa.
En primer lugar, si pensamos en su versión salada, podríamos decir que su masa difiere de la usada para la pizza en un par de aspectos, como la ausencia de levadura, la inclusión de manteca o bien en el hecho de que debe amasarse de otra manera, hasta conseguir un grosor mucho menor. Sin embargo, esto no siempre es cierto: no todos usan manteca (o margarina, de origen animal o vegetal, todas opciones válidas) ni afinan las capas, ya que existe una preparación cuya masa puede llegar a ser más gruesa que la de la pizza.
Por lo general, la masa de la tarta se elabora más aireada y gruesa cuando no se pretende cubrir el relleno, y esto vale tanto para las recetas saladas como para las dulces. Algunos ejemplos en los que esta diferencia de grosor y consistencia puede apreciarse claramente son la tarta de verduras, la de ricota o la de dulce de membrillo (conocida también como pasta frola); si comparamos estas tres recetas con una tarta pascualina, rellena principalmente de acelga, notaremos a simple vista que esta última posee una masa considerablemente más fina y menos aireada.
Las tartas dulces que también se denominan pasteles o tortas suelen ser más altas y cerradas, aunque pueden cortarse en varias capas para agregarles diversos ingredientes, tales como crema y fruta. En este caso, las posibilidades también son muchas, especialmente cuando entran en juego diferencias culturales, ideologías o problemas de salud que impiden el consumo de ciertos productos: por ejemplo, usando bebida de soja en lugar de leche de vaca, y margarina vegetal en vez de manteca para crear una versión vegetariana de una receta es posible obtener resultados muy similares a los originales, y mucha gente no notaría la diferencia.