La tuberculosis es una enfermedad infecciosa producida por el bacilo de Koch y caracterizada por la aparición de un pequeño nódulo denominado tubérculo. Esta enfermedad puede presentarse de formas muy diferentes de acuerdo al órgano afectado.
Es habitual que la tuberculosis afecte a los pulmones, aunque también puede atacar al sistema circulatorio, el sistema nervioso central, los huesos y la piel, por ejemplo. Entre las manifestaciones clínicas de la tuberculosis, se encuentran la tos con flema y/o sangre, la fiebre, los mareos y la pérdida de peso.
La tuberculosis se propaga a través del aire. Cuando una persona afectada tose o estornuda, puede contagiar a quienes lo rodean. La forma más efectiva de prevención es la vacunación (con la vacuna BCG) y el rastreo y tratamiento de los enfermos para evitar una epidemia por contagio.
En homenaje a la fecha del descubrimiento del bacilo de la tuberculosis por parte del Dr. Robert Koch, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró al 24 de marzo como el Día Mundial de la Tuberculosis.
Tipos de tuberculosis
Entre los distintos tipos de esta enfermedad, puede mencionarse la tuberculosis meníngea (que ataca las meninges), la tuberculosis cardiovascular (centrada en el corazón, el pericardio o los vasos sanguíneos), la tuberculosis oftálmica (infección del ojo), la tuberculosis osteoarticular (la infección pulmonar se traslada a un hueso o articulación mediante el torrente sanguíneo), la tuberculosis genitourinaria (que puede ser causa de esterilidad), la tuberculosis del SNC (en el cerebro o la médula espinal) y la tuberculosis miliar (afecta a varios órganos por la diseminación sanguínea del bacilo).
La tuberculosis pulmonar, la tuberculosis extrapulmonar, la tuberculosis laringea y la tuberculosis renal son otras clasificaciones que suelen emplearse.
El tratamiento antituberculoso suele desarrollarse a partir del suministro de fármacos. En ciertos casos puede aplicarse un tratamiento quirúrgico que consiste en promover el colapso del pulmón para que el órgano pueda permanecer en reposo.
Medidas de prevención
Como ocurre con cualquier enfermedad, resulta esencial llevar a cabo una serie de medidas para la prevención de la tuberculosis. En este caso, el punto de partida es prestar especial atención a la higiene personal.
Desde la perspectiva de la medicina, se debe impedir que los afectados expongan a quienes los rodean a la enfermedad: hasta que un paciente no haya completado el o los tratamientos indicados, tiene en sus manos la responsabilidad de su propio bienestar y el de su entorno. Vivir en condiciones de hacinamiento, por lo tanto, dificulta la situación.
A continuación se detallan algunas de las medidas de prevención recomendadas:
- Es muy importante que los individuos afectados por la tuberculosis se cubran la boca y las fosas nasales con un pañuelo descartable cada vez que tos, evitando de esta forma el efecto conocido como «aerosol».
- Lavarse las manos luego de la tos o de un estornudo.
- Ventilar de manera adecuada el sitio en el cual se reside.
- Realizar una completa limpieza del hogar con paños humedecidos.
- Usar mascarillas cuando se encuentre en medio de otras personas.
- Evitar al máximo el contacto con personas que no padecen la enfermedad.
- Comprometerse con el cumplimiento de las indicaciones médicas.
- No fumar, dado que el consumo de tabaco promueve el desarrollo de la tuberculosis.
Las campañas de salud pública sobre tuberculosis, en este marco, son importantes. El Estado debe informar a la población las medidas de prevención y fomentar la vacunación.
Vacuna contra la tuberculosis
Desde hace varias décadas, se utiliza en muchos países la vacuna denominada BCG para ayudar a controlar la tuberculosis, en especial en los menores de edad. Su desarrollo data de comienzos del siglo XX en Francia, más precisamente en el Instituto Pasteur. Su auge se dio luego de la Segunda Guerra Mundial y se sabe que su eficacia en personas menores de cuatro años gira en torno al 80%, incluso contra las formas más preocupantes de la tuberculosis; en el resto de los casos, el rango va desde la ineficacia absoluta hasta el 80%.
Cabe mencionar que, en Cataluña, un grupo de expertos centrados en la investigación en tuberculosis está desarrollando una alternativa a la BCG: la vacuna RUTI, que recibió este nombre a partir del hospital en el cual fue creada.
La historia de la enfermedad
La historia de la tuberculosis se remonta, al menos, 10.000 años. De hecho, se la señala como una de las primeras enfermedades del ser humano de las cuales se dispone de un registro.
En un momento indeterminado, bacterias del género Mycobacterium lograron superar las barreras biológicas y comenzaron a contar con un reservorio en animales para luego llegar a las personas, posiblemente a través de bóvidos salvajes.
Se cree que, entre fines del siglo XVII y el cierre del siglo XIX, la tuberculosis -también mencionada como peste blanca o tisis– alcanzó su mayor extensión.