Antepasado es un término que proviene del verbo antepasar, que alude a acontecer con anterioridad. De acuerdo a la primera acepción que menciona el diccionario de la Real Academia Española (RAE), se trata de un adjetivo que califica a un periodo temporal que antecede al último que transcurrió.
El uso más habitual del concepto, de todas formas, se da como sustantivo. Un antepasado, en este sentido, es un familiar en línea ascendente de un individuo o de un conjunto de personas. Un antepasado es un ancestro.
Por ejemplo: “Mis antepasados llegaron a este país desde Ucrania”, “La joven cantante tiene antepasados peruanos”, “No es lógico que critiquen al diputado porque un antepasado suyo fuera nazi: ¿qué culpa tiene de lo que hayan hecho sus ancestros cuando él ni siquiera había nacido?”.
La mirada sobre los antepasados
Por lo general, se emplea la idea de antepasado cuando existe una cierta lejanía. Esto quiere decir que un hombre difícilmente use la noción para referirse a sus padres o a sus abuelos: en cambio, puede hablar de antepasados para nombrar a sus bisabuelos o sus tatarabuelos, por citar dos ejemplos.
El concepto de antepasado también suele estar ligado a un cierto respeto por parte de las personas actuales hacia sus ancestros, aunque esto depende tanto de la cultura como de cada caso en particular. En Japón, por ejemplo, el respeto por los ancianos se encuentra impreso en la propia cultura, por lo cual hablar de los antepasados suele hacerse con un cierto grado de admiración.
En otros países, donde el amor por lo propio no es común sino que la gente «mira hacia afuera», la debilidad de sus raíces repercute inevitablemente en una opinión pobre acerca de su propia historia, de la cual fueron protagonistas sus antepasados. Por ejemplo, cuando una persona se queja de la situación económica y social de su país diciendo «Es que aquí siempre hemos hecho todo mal», demuestra una decepción tanto por sus congéneres como por sus ancestros.
La evolución humana
También puede utilizarse la noción de antepasado con referencia a un grupo social más o menos amplio. Hay especies que se califican como antepasados del ser humano (Homo sapiens). En estos casos, los antepasados pueden ser numerosos y estar relacionados con un conjunto muy extenso de personas (de hecho, a la humanidad en general).
En este contexto, es interesante resaltar que mientras se cree que la vida en la Tierra apareció hace aproximadamente tres millones y medio de años, los primates recién surgieron hace unos siete millones, y la especie Homo, tan sólo dos millones. A pesar de haber formado parte de este precioso planeta durante tan poco tiempo, el ser humano ha conseguido dominarlo, aunque más no sea por la fuerza y llevándolo poco a poco a su destrucción.
El ser humano tiene la curiosa costumbre de elogiarse a sí mismo: somos superiores al resto de las especies, los más evolucionados, los únicos capaces de crear y pensar, todo porque nosotros así lo decimos; no le pedimos opinión a otra especie, sino que nos autoproclamamos los seres más importantes y valiosos del planeta. Nuestros antepasados son nuestra vergüenza, aunque una necesaria para haber llegado a esta cima ficticia en la que nuestra peligrosa vanidad nos ha ubicado.
En los numerosos textos de investigación acerca de la mal comprendida evolución humana, los antepasados de nuestra especie siempre se muestran como seres primitivos, básicos, a años luz de nuestro intelecto actual; sin embargo, vivían y dejaban vivir, en un planeta verde, amigo del sol y libre de contaminación.
Cabe destacar que los vegetales también cuentan con antepasados: especies que fueron cambiando su genoma con la evolución o mediante la intervención humana con la ciencia.